Hace unos días escuchábamos la noticia (la verdad es que las noticias parecen ya un cotilleo más que otra cosa) de que un grupo de chicas y chicos participaban en un bar en una escena propia de película americana cutre, presumiendo de no sé cuantas cosas se ha dicho querían transmitir en relación a la libertad, en lo que parece ser un baile de moda, el perreo, al que incluso se animó, hace no mucho, una Isabel Díaz Ayuso de forma un tanto tímida sin atreverse a rechazar la invitación.
Muchos no entendemos cómo un movimiento que refleja un instinto sexual, que asemeja más una actitud animal que a la propia del ser humano, puede ser identificado e incluso justificado como signo de feminismo y empoderamiento de la mujer. La rebeldía puede ser una acción disruptiva, pero presumir de actitudes propias del mundo animal no entendemos qué tipo de empoderamiento puede representar.
Dicen que la repetición del mismo mensaje una y otra vez normaliza e incluso educa. Hace no mucho conté 10 anuncios televisivos durante los descansos de la misma película, en los que las protagonistas eran chicas lesbianas. Esto da una explicación a la directa influencia en la tendencia actual de un aumento de estas actitudes del 4.000% en los últimos años. Pero tengo que decir que me preocupó casi más que una revista que se llama ETHIC justifique el perreo y lo defienda. Si esta revista quiere hace honor a su nombre debería analizar la moralidad de las acciones ocurridas, y su posible beneficio o perjuicio a quiénes realizan estas acciones o las padece y no quedarse en el mensaje ideológico que algunos quieren airear. Porque simple vista, sin embargo, la «pose» o actitud de estas chicas no las pone por encima del hombre, ni siquiera al mismo nivel, si es eso lo que querían demandar, sino por debajo, solo el AMOR nos pone en el mismo lugar. Dirigir la mirada de uno a los ojos del otro es estar en el mismo lugar.
Solo el AMOR nos pone en el mismo lugar. Dirigir la mirada de uno a los ojos del otro es estar en el mismo lugar.
Como dice Jo Croissant en Mujer y femineidad, hay una inseguridad profunda en la mujer precisamente porque no sabe quién es, le dan una imagen falsa de sí misma, y busca, fuera de su femineidad, propia y reemplazable, la reivindicación de su dignidad y singularidad. El problema es que nos hemos creído que todo lo que se dice, por el mero hecho de decirlo y estar en las redes con miles de likes, es correcto y tiene sentido. Incluso estamos en momentos que exigen una seria reflexión entre la ausencia de correspondencia actual entre lo que es legal y lo que es ético.
Pero, ¿en qué momento se perdió el sentido común?
La mujer reivindica el derecho a estar en todo y, entre esas cosas, por ejemplo a ocupar puestos directivos de alto nivel porque éramos inteligentes, pero resulta que todo el empoderamiento se reduce a tener un cuerpo para utilizarlo al “antojo”, en lugar de «ser», aunque esto haga desaparecer a la auténtica mujer. La belleza de la mujer, lo que aporta al mundo y le hace mejor, es precisamente su vocación al amor. El feminismo auténtico debería defender esa femineidad natural de la mujer, en cambio, parece querer centrase en lo contrario, justificándolo sacando al amor del corazón de la mujer. Pero si eso es feminismo, la mujer desaparecerá, porque al creer que tiene que liberarse de dominio del hombre, asume comportamientos masculinos, renunciando a su femineidad.
Atrás se han quedado las reivindicaciones de las primeras feministas, algunas cuyas vidas incluso estuvieron en peligro, de las mujeres que a lo largo de la historia han trabajado duro y se han esforzado para sacar todo adelante, qué disparate y pérdida de tiempo era esto, ¡con lo fácil que es mover el culo y qué claro queda el mensaje!
Atrás se han quedado las reivindicaciones de las primeras (y auténticas) feministas, algunas cuyas vidas incluso estuvieron en peligro.
Es una lástima el desconocimiento que la autora del artículo publicado en ETHIC parece tener sobre el tema cuando afirma que: “La revalorización social del cuerpo de las mujeres no solo se ha interpretado como la inmanencia, lo otro o la voz corporalizada, tal y como sugerían autoras como Simone de Beauvoir, Luce Irigaray o Hélene Cixous. Asimismo, el cuerpo de las mujeres se ha analizado como uno de los principales objetivos de los designios de la moralidad. Esta cuestión puede observarse en el pensamiento misógino occidental, por ejemplo, en el dualismo platónico, las fuentes aristotélicas o en los fundamentos del credo cristiano, donde se reafirma la asociación de la mujer con la corporalidad, la voluptuosidad y el pecado carnal”.
Para el cristianismo la persona es una unión indisoluble de cuerpo y alma. Aunque quisiéramos, no podemos separar el cuerpo del alma, el cuerpo del corazón, de ahí los grandes traumas de la sociedad actual que cree poder manejar al hombre a gusto de unos cuantos. Los cristianos sabemos que la mujer fue creada como igual al hombre, bien claro lo dice el Génesis, Dios la creó como iguales para que se hicieran compañía y así cuidar al mundo a quienes se lo entregó como custodios. Además Dios concedió el honor de ser su madre a una mujer y llevarlo en su vientre. La Virgen María, venerada por todos los cristianos e incluso reconocida en otras religiones, es el ejemplo de mujer y de femineidad ¿Quién podría relacionar a María con la corporalidad, la voluptuosidad y el pecado carnal?
Qué desconocimiento tan grave demuestra la autora del artículo sobre valor de la mujer en el humanismo. La mujer ha sido y es la encarnación del amor, de la sensibilidad, del cuidado de la persona, de la entrega, la formadora de ciudadanos, y podemos seguir así en una larga y descriptiva lista.
La mujer es la encarnación del amor, de la sensibilidad, del cuidado de la persona, de la entrega, la formadora de ciudadanos, y podemos seguir así…
Somos seres sexuados, porque unos somos mujeres y otros son hombres, biológicamente nos definimos por tener unos genes femeninos o masculinos, eso es biología, es decir, ciencia, y esto nos define y nos diferencia en la forma de relacionarnos y comunicarnos con los demás. Por ejemplo, las mujeres somos más charlatanas y nos cuesta menos mostrar sentimientos y los hombres al revés, y este falso pretendido empoderamiento nos anula porque se copian modelos masculinos, sin sentido además porque no nos hace mejores personas.
Si como dicen algunas, el hombre ha actuado como dominador por su instinto sexual, pretender que la mujer se rebaje, como lo han hecho algunos hombres, es rebajar a la mujer. Reducir las relaciones entre hombres y mujeres a la puramente física, a la atracción sexual, es una pobreza muy grande, y sacar de esta relación al amor, es terrible. Si el hombre se comporta como un animal…¿la mujer debe ser más animal?
Reducir las relaciones entre hombres y mujeres a la puramente física, es una pobreza muy grande, y sacar de esta relación al amor, es terrible.
Realmente antes el poder estaba en la mujer, que era quién decidía quién si y quién no, quien elegía, pero ahora ha caído en una trampa creyendo que decide algo que traiciona a su propia naturaleza, ¡cuando por su sensibilidad natural es quién más sufre siempre al final!
Termina diciendo el artículo que «resulta que todo tiene sentido cuando se sitúa al perreo en clave de género»… ¡que alguien me lo explique por favor!
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