Las familias suelen desear que su hijo se haga mayor para poder hacer frente a actividades y responsabilidades por su cuenta, no obstante, no vale con esperar, hay que ir preparándolos con paciencia y cariño desde pequeños
Los años pasan sin contemplaciones y cuando no nos damos cuenta, los pequeños han dejado de serlo. Por norma general, no nos paramos a disfrutar de los momentos y también se hace menos posible porque formamos parte de una sociedad frenética, llena de demandas que “necesitan” ser cubiertas con máxima inmediatez, donde casi no puedes ni pararte a pensar, donde no te permiten seleccionar ni casi errar para repetir.
Algo así o peor lo viven los niños, quienes comienzan en este mundo y precisan aprender a su ritmo, sin que, como militares expertos les fustiguemos con voces y directrices a cada segundo y, en caso de que la aguja del reloj nos señale el último aviso, optemos por resolverles nosotros el quehacer que, con gusto pretendían ellos hacer, como un “te ato yo los zapatos porque no llegamos”, entre otros.
Criar a un hijo cuesta y requiere de mucha presencia e implicación, no sólo económica. De esto último, hemos descubierto recientemente gracias a la investigación realizada por RAISIN, el coste que supone en nuestro país en el año en la actualidad. Exactamente, se trataría de unos 333.202 euros. Una cuantía que desde luego impresiona y que evoluciona dependiendo de las etapas del hijo, así en la etapa de 0 a 2 años se gastarían unos 32.055 euros y de los 12 a los 18 casi 100.000 euros.
Confiado para hacer
Según Eurostat o la Oficina Europea de Estadística, por datos de 2022, revela que la edad de emancipación de los jóvenes en el Estado español es de 30.3 años de media de la Unión Europea. España se posiciona en un cuarto lugar en cuanto a los que salen más tarde de casa. Los jóvenes finlandeses, en el lado contrario, con un 21.3%, abandonan su hogar antes. Además, conocemos que los hombres lo hacen más tardío: ellos a los 27.3 años y ellas a los 25.4. Entendemos que algunos aspectos para que esto suceda pueden tener que ver con la problemática de lograr una vivienda, por los bajos salarios o imposibilidad de alcanzar un empleo.
A día de hoy existen nuevas demandas en las familias, responsabilidades que distan de épocas anteriores en la crianza y esto hace referencia también al modo de educar. Somos seres dependientes desde el nacimiento, y ejecutar acciones motu propio es algo que hay que aprender. Por esto, es tan importante que los educadores principales se impliquen desde una temprana edad proveyendo de todo aquello que permita a los niños hacer frente a ciertas tareas.
En lo concerniente a personas, “autonomía” se relaciona con la capacidad para hacer por uno mismo, con la exención de la dependencia a otros. Si el niño hace por él mismo, se siente bien, realizado, completo, confiado y seguro para la siguiente.
Los profesionales aseguran que es conveniente que padres y educadores respeten el ritmo de aprendizaje del menor y le den tiempo para acatar sus ocupaciones y responsabilidades sin compararlos con otros. Asimismo, el refuerzo positivo, animarlos y darles aliento para que no desistan pese a no lograrlo las primeras veces, son las mejores herramientas para que el resultado sea el deseado por todos.
Adultos responsables
No hay que olvidar que cada niño es único y convendrá adaptar el proceso a las necesidades de cada uno. Por otro lado, no hay que olvidar que los padres y los profesores en el colegio son su referente y que ellos observan e imitan comportamientos y modos de hacer. Entonces, resulta crucial ser un modelo óptimo. Ver a adultos ser responsables, actuar con coherencia y hacerse cargo de sus actos, les permitirá actuar en esa misma línea.
Anna Bertran, pedagoga y psicopedagoga, revela que para ella el término “educar” significa “acompañar” a los niños para que sean independientes sin que un adulto esté constantemente pendiente de ellos.
Señala que, la autonomía, desde los primeros años de vida, tiene una relevancia fundamental: “Les ayuda a potenciar la seguridad en sí mismos y a desarrollar sus capacidades y competencias presentes y futuras. Esto les permite que a medida que van creciendo, dar opiniones y manifestar sus gustos sin miedo a expresar sus sentimientos, emociones y pensamientos”.
Suma que tiene que ver con una capacidad que no es innata en las personas, sino que requiere de un trabajo constante, lento y paciente. «Ser independientes desde pequeños nos ayuda a favorecer la autoestima y la confianza en uno mismo”, sostiene.
Bertran expone que los padres deben dejar que sus hijos se equivoquen para que sepan discernir el camino correcto. “Mostrándoles siempre la ruta, siempre nos necesitarán, no obstante, no podremos estar permanentemente ahí”, dice la profesional.
Dar importancia a lo que la tiene
Por su parte, Xabier Hernández Oñativia, doctor en psicología y neuropsicólogo clínico, incide en que nos encontramos en un tiempo donde impera el estrés y distractores que pueden hacer que se eduque con menos calma y paciencia impidiendo a los menores actuar por sí mismos.
Aclara que educar implica tiempo y paciencia y toda esa actividad constante, diaria y agitada puede afectar al modo de tratar con los niños y lo ejemplifica con: No teniendo tiempo para ir al parque para jugar, para atender sus dudas y necesidades…
“Los padres hemos de saber diferenciar entre aspectos urgentes como llegar a tiempo al colegio, a las actividades extraescolares… y las importantes, como, dotar a nuestros hijos de los recursos para que puedan desarrollar sus capacidades”, expresa este experto que concibe que frecuentemente se llega a priorizar solventar lo urgente ante la calidad y el tiempo invertido con los hijos.
Asimismo, considera clave que los padres fomenten la autonomía de sus niños a través de actividades cotidianas, como el aseo personal, pautas a la hora de comer o al vestirse…, adaptadas a la edad del niño. “Podemos desarrollar diferentes aspectos claves en el crecimiento del menor: motricidad fina, autoestima, tolerancia a la frustración…, que repercutirán positivamente en su desarrollo”, apunta.
El doctor en psicología asevera que, en consulta, sobre todo en edades tempranas, asisten a numerosos casos en los que los menores presentan dependencia de los adultos al no haber desarrollado las habilidades básicas cubiertas por los padres.
Es importante pensar en cómo se va a sentir el niño cuando remate una labor por sí mismo y lo que va a representar para su futuro en un próximo y largo plazo.
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