Cuando pienso en la poesía, imagino una voz escondida, como un río subterráneo que fluye por debajo de lo inteligible, donde las palabras son tan sinceras que pueden doler. Esta voz me recuerda a autores como Lorca, cuyos versos nos llevan a las raíces más profundas del alma humana, donde coexisten el amor y la muerte, lo visible y lo oculto. En un tiempo donde la realidad se basa en lo superficial, la poesía sigue recordándonos que hay formas alternativas de sentir y entender el mundo. ¿Para qué sirve la poesía hoy en día? Tal vez, como decía Lorca, para encontrar el “duende” que llevamos dentro: esa energía vital, salvaje y única.
Federico García Lorca consideraba la poesía esencial como la respiración. Su Romancero gitano no fue solo un libro de poemas, sino un canto a la identidad, el dolor y el amor en sus formas más puras. Creó un espacio donde cualquiera, sin importar tiempo o lugar, podía reconocerse. La poesía de Lorca se llena de símbolos que reflejan mis propias emociones. Para él, y muchos otros que han dado voz a lo inefable, la poesía es un camino a veces complicado, pero ahí reside su magia: en la valentía de expresar lo que no tiene nombre y dar forma a nuestros sentimientos.
La poesía de Lorca me ha enseñado a ver mi vida desde otra perspectiva. Al igual que él describía su búsqueda del “duende,” creo que el arte, para ser real, debe atravesarnos y dejarnos una marca. Hay días en que un poema suyo, como la desgarradora Canción del jinete, es justo lo que necesito para poner en palabras emociones que no me atrevo a admitir. En esos versos, Lorca captura un dolor tan profundo que resulta cercano, como si nos hablara directamente al corazón.
A veces siento que la poesía es la única forma de expresar lo que no sé decir. Como Lorca, veo en el poema un espacio donde lo complejo tiene cabida; donde tristeza, alegría, rabia y paz pueden convivir. Su poesía me recuerda que sentir es necesario, que nuestras emociones merecen atención, invitándonos a aceptarlas sin reservas; y yo intento seguir ese camino cada vez que escribo.
Leer y escribir poesía es una conversación íntima entre el papel y lo más profundo de mi ser. Algunos versos susurran lo que callan mis silencios, como si las palabras me tendieran la mano en medio de la confusión. En un mundo que nos exige aparentar que todo está bien, la poesía me permite ser vulnerable, sentirme viva y sincera. La frase de Lorca, “el más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta,” es un recordatorio de que, a través de la poesía, puedo abrazar lo que siento sin miedo, dejando que cada emoción tome la forma que necesite.
La poesía es un refugio, aunque a veces extraño y doloroso; pero ahí donde radica su verdad y esencia. Al leer a Lorca, se siente que sus versos trascienden las palabras. La poesía no es solo una forma de escribir, sino de vivir. Me gusta pensar que nos ayuda a entendernos y a comprender el mundo de una manera más profunda y honesta. Nos invita a detenernos y recordar que hay misterios que no necesitamos comprender del todo, sino solo sentir.
Ana Mas
Ganadora de la XXI edición de Excelencia Literaria
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