El metaverso es la última gran apuesta de Mark Zuckerberg, creador de Facebook. Se trata de una especie de mundo “paralelo”, virtual, en el que tendrá cabida todo. Podremos comprar, viajar, relacionarnos… Tal y como destaco en mi libro “Salud digital: claves para un uso saludable de la tecnología”, este nuevo proyecto puede tener unas graves consecuencias en el plano psicológico y puede revelarse como una “cárcel emocional” que nos llevará aún más a la hiperconectividad y a volver nuestras mentes adictas
El pasado 28 de octubre Mark Zuckerberg anunció la creación de metaverso, como el nuevo Facebook. Esto supone el inicio de otra estrategia comercial y también significará un salto hacia una gran transformación digital. Esto terminará desdibujar la dualidad en la que aún vivimos. Las fronteras entre el mundo real, analógico, y el mundo virtual desaparecerá convirtiéndose en un único espacio en donde vivir. El nuevo proyecto de Zuckerberg entraña un peligro oculto: se puede convertir en una “cárcel emocional”, puesto que supone un gran salto hacia la hiperconectividad en donde hay graves riesgos para nuestra salud física y emocional.
¿Qué es el metaverso?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que se trata de un concepto sacado de la ciencia ficción, por lo que le añade un “plus” de atractivo. Es un mundo virtual que amplía el mundo físico. Se parece a los videojuegos ya que utilizan su estética. Esta réplica del mundo real en el mundo virtual no solo está pensada para jugar sino también para reproducir muchas de las dinámicas sociales de nuestro día a día. Podremos hacer reuniones de trabajo, viajar, practicar deporte, tener relaciones… Podríamos decir que es un nuevo salto dentro de los entornos digitales “podría plantearse como el salto o transformación que hicimos al dejar hace casi veinte años cuando salió al mercado la mítica Blackberry”. De alguna manera es como que Internet cobrara vida y nos permitiera entrar a la triple dimensión. Dejaremos de ser meros observadores, de navegar por la web, a movernos en ella, a sentir una realidad más desde adentro, en definitiva, a vivir en ella. “Dejaremos de estar pasivos a interactuar con nuestros dispositivos, lo que hace al mundo virtual aún más potencialmente adictivo”.
4 consecuencias del metatarso a nivel psicológico y emocional
- Hay muchas cosas que desconocemos del futuro virtual, sin embargo, lo que es seguro es que tendrá consecuencias graves para la salud digital y para la estabilidad mental. Una de esas consecuencias será la adicción: “un mundo virtual que nos haga sentir que estamos viviendo una realidad paralela es por definición altamente adictivo”. Probablemente en mayor medida que los videojuegos. Está por ver las posibilidades que ofrece, pero sí como adelantaba su creador, éstas serán infinitas, infinita será también la capacidad de enganchar al usuario. ¿Por qué es adictivo? “una realidad ideal, que nos haga creer al cerebro que estás viviendo situaciones reales y satisfactorias, hace que el cerebro segregue hormonas como dopamina. Por tanto, nuestro cerebro siempre querrá más”.
En caso más extremos, podría provocar episodio psicótico que puede ocurrir cuando se juega excesivamente, con frecuencia combinado con la falta de sueño, terminando por desdibujar la línea entre lo real y lo que es fantasía. Actualmente para China el IAD – Trastorno de Adicción a Internet- representa la crisis de salud número uno. Ya hay más de 20 millones de jóvenes adictos.
- Del mismo modo, será palpable el deterioro de la comunicación y relaciones sociales. Los seres humanos necesitamos el contacto físico, si algo ha demostrado el coronavirus y el aislamiento es que las consecuencias son terribles para las personas, por este motivo un universo virtual nos hará sentirnos más aislados que nunca, que perdamos nuestra empatía y deteriorará en general nuestras habilidades socio-emocionales. Sin personas reales a las que abrazar, tocar, mirar a los ojos, la depresión, la ansiedad y otras enfermedades o trastornos, aumentarán considerablemente.
¿Por qué es adictivo? “una realidad ideal, que nos haga creer al cerebro que estás viviendo situaciones reales y satisfactorias, hace que el cerebro segregue hormonas como dopamina. Por tanto, nuestro cerebro siempre querrá más”.
- Otra de las consecuencias es la pérdida de hábitos saludables. Además de repercutir en nuestro sueño y alimentación, nos volveremos aún más sedentarios ya que podremos vivir y realizar todas las actividades que conforman la vida de una persona desde casa. Al igual que hemos dicho que para conservar nuestra salud mental necesitamos la sociabilidad real, también necesitamos el aire libre, la luz del sol, la naturaleza. Si reducimos todo esto porque realizamos la mayoría de actividades desde casa con realidad virtual, correremos un gran riesgo.
- Asimismo, también se verá afectada la intimidad, seguridad y privacidad. Nuestras vidas reales se volverán virtuales, con la consiguiente adquisición de nuestros datos personales, bancarios, geolocalización, etc. ya que para su creación abría que incrementar las cámaras y sensores que existen en el mundo real. Markus Cartel, profesor de cultura digital de la Universidad de Sidney plantea que las tecnologías del metaverso, como la realidad virtual y la realidad aumentada son quizás los sensores digitales con más capacidad de extraer datos que tendremos en nuestros hogares en las próximas décadas. Y también preocupa quiénes tendrán acceso a esos datos y qué harán con ellos.
Reflexión individual y a nivel global
En definitiva, no se trata de crear polémica pero a nivel individual, tendremos que reflexionar y definir cómo queremos que sean nuestras vidas de aquí a 5 o 10 años. Y sobre todo a nivel global, los gobiernos tendrán que realizar un análisis profundo de esta nueva realidad que se acerca y crear leyes que regulen y protejan a los ciudadanos ofreciéndoles seguridad, privacidad y también salud digital. La Salud digital se debe tener en cuenta como un área dentro de la salud pública ya que los dispositivos y la realidad virtual nos traerán graves consecuencias e impactará directamente en la salud física y emocional de los ciudadanos. Aparentemente libres, sin embargo, más esclavizados y controlados que nunca que la conexión digital no conlleve la desconexión emocional, este es para mí el gran desafío.
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