La sociedad, a lo largo del tiempo, ha cultivado el mito de la mujer pluscuamperfecta: un ideal que exige que las mujeres sean impecables en todos los aspectos de su vida. Este modelo, insostenible para cualquiera, excluye además a quienes no encajan en los estándares convencionales, como las mujeres con discapacidad. Sin embargo, lejos de ser una limitación, la discapacidad se convierte en una oportunidad para demostrar el valor intrínseco de las personas y la riqueza de una perspectiva diversa.
El mito de la perfección: Este mito se sostiene sobre una lista interminable de exigencias. Las mujeres deben ser fuertes pero no demasiado; independientes pero no solitarias; bellas pero sin esfuerzo aparente. Este constructo no solo es inhumano, sino que también invisibiliza a quienes tienen experiencias de vida distintas, como las mujeres con discapacidad.
En lugar de aceptar la diversidad de capacidades, habilidades y experiencias, la sociedad tiende a minimizar o ignorar las aportaciones de estas mujeres. A menudo se las etiqueta como «menos capaces» o se las reduce a estereotipos que no reflejan su potencial real. Pero, ¿qué ocurre cuando, en lugar de centrar la narrativa en la limitación, se pone en valor su capacidad y fortaleza?
Las mujeres con discapacidad… habilidades más allá de los estereotipos: Las mujeres con discapacidad enfrentan desafíos que, lejos de disminuirlas, desarrollan habilidades únicas como la resiliencia, la creatividad, la empatía y una capacidad de resolución de problemas excepcional. Estas cualidades, a menudo subestimadas, son fundamentales para romper barreras y demostrar que la discapacidad no define la totalidad de una persona.
Por ejemplo, muchas mujeres con discapacidad han liderado iniciativas sociales, desarrollado proyectos innovadores y transformado sus comunidades al desafiar las normas preconcebidas. En un mundo que idealiza la perfección, ellas se convierten en un recordatorio poderoso de que la diversidad es una fuente de riqueza colectiva.
Poniendo en valor las capacidades: En lugar de enfocarse en lo que las mujeres con discapacidad no pueden hacer, es hora de cambiar el discurso para destacar lo que sí pueden lograr y cómo sus experiencias únicas contribuyen al progreso social. Esto implica:
- Representación auténtica: Incluir a mujeres con discapacidad en los medios de comunicación, la política, el arte y otras esferas públicas, mostrándolas en roles diversos que reflejen sus capacidades y talentos.
- Acceso a oportunidades: Asegurar que las mujeres con discapacidad tengan acceso a educación, empleo, salud y otros derechos fundamentales para que puedan alcanzar su máximo potencial.
- Fomento del liderazgo: Apoyar a mujeres con discapacidad en roles de liderazgo, desde organizaciones locales hasta niveles globales, para que puedan influir en políticas y decisiones importantes.
- Cambiar la narrativa: Hablar de mujeres con discapacidad desde una perspectiva de poder y capacidad, reconociendo sus aportes en lugar de limitarlas a etiquetas de vulnerabilidad o dependencia.
Ejemplos inspiradores de mujeres con discapacidad
El mundo ya cuenta con innumerables ejemplos de mujeres con discapacidad que han transformado sus realidades y las de quienes las rodean:
Sinead Burke, defensora de los derechos de las personas con enanismo, trabaja incansablemente para crear diseños de moda inclusivos y entornos accesibles.
María Soledad Cisternas, abogada chilena ciega, es una referente en la promoción de derechos humanos, especialmente para personas con discapacidad, y ha liderado proyectos internacionales para la inclusión.
Frida Kahlo, cuyo arte fue profundamente influenciado por su experiencia con la discapacidad física, sigue inspirando a millones con su enfoque único y resiliente ante el dolor.
Estos casos nos muestran que el potencial humano no depende de la conformidad con un ideal social, sino de la capacidad de superar obstáculos y aprovechar oportunidades.
Hacia un modelo de inclusión real
La perfección no es el objetivo; la humanidad y el respeto por las diferencias sí lo son.
Para desmantelar el mito de la mujer pluscuamperfecta y poner en valor a las mujeres con discapacidad, es esencial que como sociedad adoptemos un enfoque más inclusivo y diverso. La perfección no es el objetivo; la humanidad y el respeto por las diferencias sí lo son.
Al reconocer las capacidades de las mujeres con discapacidad, no solo ampliamos nuestras perspectivas, sino que también creamos una sociedad más justa y equitativa. El cambio comienza al valorarlas no por su capacidad de adaptarse a un estándar imposible, sino por su capacidad de desafiarlo y redefinirlo.
En definitiva, el mito de la mujer pluscuamperfecta es una construcción que limita a todas las mujeres, pero especialmente a aquellas con discapacidad. Sin embargo, estas mujeres no son excepciones ni figuras trágicas; son agentes de cambio que tienen mucho que ofrecer.
Potenciar sus capacidades y reconocer su valía es más que una cuestión de justicia; es una manera de enriquecer el mundo con nuevas perspectivas, habilidades y talentos. En última instancia, al romper este mito, estamos avanzando hacia una sociedad que celebra la diversidad como su mayor fortaleza.
Artículo publicado anteriormente en Prensa Social
Rocío de los Reyes Machuca
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: