Hace un año y medio del inicio de la pandemia. Las personas mayores, dado su condicionante de vulnerabilidad frente al virus, lo han experimentado todo de un modo muy intenso desde su comienzo. Esto ha sido así, sobre todo por las restricciones en cuanto al contacto con sus seres queridos. Los seres humanos de avanzada edad resultan uno de los colectivos de la población que más ha sufrido las consecuencias de la pandemia. Han pasado fiestas navideñas, cumpleaños, incluso otras conmemoraciones, sufriendo una soledad impuesta. Y se ha manifestado más acentuada en muchos casos, además, de un cambio de hábitos y rutina, sobre todo en sus relaciones, difícil de gestionar en muchas ocasiones. “De un día para otro han visto cerrarse sus residencias, los centros de día, generando un cambio importante en sus formas de vivir”, relata explica Sandra Barrera Pajuelo, psicóloga general sanitaria.
La gran mayoría de personas envejecidas, durante esta crisis sanitaria, destacan por presentan sentimientos de frustración, tristeza, impotencia y algunos de ellos también presentan miedo al contagio y agotamiento emocional. La experta señala que lo que más ha observado en pacientes dentro de ese rango de edad, es un sentimiento de desprotección, soledad, aislamiento, no sentirse queridos y constante incertidumbre. Una situación que trasciende a un complejo manejo.
Actualmente, se está viendo con mayor incidencia las consecuencias psicológicas que ha dejado la primera fase de privación de libertad, “manifestando un empeoramiento en la salud física y emocional, generando una mayor probabilidad de sufrir un episodio depresivo u otras psicopatologías”. Es muy importante tener en cuenta el apoyo de los familiares. Serán ellos quienes posibilitarán protección en trastornos psicológicos y físicos y, siendo estos, ejes centrales para dar un soporte fundamental en la conservación de la estabilidad emocional de nuestros mayores.
Preguntar qué necesitan
Según Barrera Pajuelo, para contrarrestar todos estos síntomas derivados del aislamiento hay que centrarse en un trato asentado en el respeto, el apoyo y el cariño, pasando por promover la autonomía y la toma de decisiones y la búsqueda de actividades físicas e intelectuales fuera de casa como: actividades de entrenamiento cognitivo mediante el uso de juegos de mesa, ajedrez o dominó.
La profesional en psicología refiere que debemos ayudar a nuestros mayores a sentirse bien tratados en su día a día y actuar con paciencia, teniendo en consideración sus hábitos y hablándoles con normalidad. “Hemos de facilitar que se sientan útiles y fomentar la interacción social mostrando interés en los diversos aspectos de sus vidas”, subraya Barrera Pajuelo. “No obstante, es crucial preguntarles qué podemos hacer nosotros como familiares (hijos, nietos, amigos…) para que se sientan queridos, arropados y reconfortados”, sostiene la psicóloga general sanitaria.
Los residentes de los centros de mayores junto con los cuidadores, han sido los primeros en recibir las vacunas en diciembre del pasado año. La mayoría de la población de la tercera edad se encuentra vacunada. “En estos momentos debemos hablar con ellos por si tuviesen dudas respecto a la vacunación o por la situación actual”, aclara Barrera Pajuelo. En el caso de las personas de edad avanzada pueden tener mayor dificultada para procesar determinada información, algo que, según la especialista, “puede causarles confusión e incertidumbre”. Según indica la profesional, pueden reducirse esas emociones no incrementando el malestar generado. Se debe evitar imponer decisiones, sino escuchar de un modo activo y validando las emociones. “Podemos aportar datos y fuentes de confianza para ayudarlos a comprender mejor todo lo que estamos viviendo y lo que va cambiando cada día”, relata la experta en psicología.
Motivos del empeoramiento cognitivo en personas mayores
Maribel Adrover, psicóloga y neuropsicóloga, valora las alteraciones cognitivas de las personas que han sufrido lesiones cerebrales o padecen enfermedades neurológicas. “La mayoría de las personas que atiendo son personas de avanzada edad con algún tipo de deterioro cognitivo”, manifiesta la profesional.
Adrover asegura que tras el confinamiento y en el transcurso de meses posteriores, sus pacientes han empeorado a nivel cognitivo en muy poco tiempo y alude a determinados motivos:
- La interrupción en sus rutinas: Si la rutina, en general confiere seguridad, cuando se percibe una pérdida de capacidades es todavía más importante. Si existen dificultades para recordar las cosas que han ocurrido o las que están por venir, la repetición facilita el recuerdo y, por lo tanto, proporciona tranquilidad.
- La pérdida funcional: Muchos de nuestros pacientes salían a hacer pequeñas compras, se encontraban con amigos o vecinos. Todo ello se interrumpió durante el confinamiento y en un gran porcentaje, no se ha vuelto a recuperar. Cuando hay deterioro cognitivo, aquello que se deja de hacer rara vez se recupera. Lo que hemos visto es que muchas personas han dejado de realizar actividades que probablemente no vuelvan a retomar.
- La deprivación sensorial: Hemos dejado de tocarnos, abrazarnos, besarnos o vernos en persona con la fluidez y confianza que ocurría. Cuando estuvimos encerrados en casa ni sentíamos el viento en la cara. El cerebro ha dejado de recibir muchísima información, imprescindible para estar conectado y estimulado, lo que empobrece circuitos y determinada actividad neuronal. Sin profundizar a nivel emocional, pensemos solo lo que ocurre a nivel neurológico. Las conexiones que se activan juntas refuerzan sus vínculos y tienden a actuar coordinadas. Cuando eso se interrumpe, la fuerza de esas conexiones se debilita.
Incremento en los trastornos de conducta
Expertos afirman que existe un incremento en los trastornos de conducta. “A nivel conductual y relacionados con el deterioro cognitivo, podemos hablar de: inquietud, deambulación estereotipada o errática, respuestas de irritación o incluso agitación. La falta de estimulación y la energía que no puede liberarse con actividad física se acumula y descarga en función de las estrategias que cada uno desarrolla. Cuanto más limitados estemos en las estrategias de regulación, peor va a ser la gestión de esa energía. En las enfermedades neurológicas se produce un empobrecimiento de estas estrategias, como de otras muchas”, subraya la neuropsicóloga.
Atendiendo a la labor de los familiares, Adrover destaca la implicación de las mismas con sus mayores para que se sientan queridos. “He comprobado cómo se han desarrollado sistemas ingeniosos para que padres y abuelos estuvieran un poco menos aislados. He visto hijos que se han trasladado a vivir con sus padres o nietos que mandan a sus abuelos vídeos y dibujos; otros les saludan por videoconferencia o los visitan sin quitarse la mascarilla en ningún momento”, señala.
Claves para ayudarles a sentirse queridos
Adrover aporta unas pautas para poder actuar con las personas de la tercera edad y ayudarles a sentirse válidos y queridos:
- Estimular a nivel social y emocional a las personas con deterioro cognitivo. Frecuentemente, necesitamos tocarnos, aunque debamos desinfectarnos o lavarnos las manos antes y después. Asimismo, no hay que olvidar escuchar voces queridas que nos conecten con las emociones. Estas dependen de estructuras primarias y se suelen afectar tardíamente en los procesos degenerativos.
- Mantener en la medida de lo posible actividades rutinarias, porque les ayudan a que el mundo sea menos amenazante y más predecible.
- La estimulación cognitiva es estar en contacto con el presente, con los nuestros, tener pequeñas ocupaciones y actividades que se hacían previas a la pandemia, adaptadas a las capacidades residuales. Tareas que pueden parecer simples como planificar un menú, tejer o doblar la ropa, ponen en marcha muchísimos procesos cognitivos esenciales.
“En la mayoría de las enfermedades degenerativas el pasado se recuerda mejor que el presente. Podemos pedirles a nuestros mayores que nos cuenten cómo era su infancia. De esta manera, ponemos en marcha sistemas de recuperación de información que no generan frustración. Con nuestra dedicación, nuestros mayores se sentirán queridos y seguros porque el amor y la presencia siempre llegan, por muy limitado que sea el sistema que los recibe”, remata la experta.
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