Miguel Sanmartin, autor de «De libros, padres e hijos», relata su intención por transmitir un camino a través de los libros en busca de la verdad, la belleza y la bondad.
Miguel Sanmartin Fenollera (Pontevedra, 1963) abogado, es autor de De libros, padres e hijos (Ediciones Rialp S.A, 2022), que brota generosamente de su blog con el mismo título. Como padre refiere sentir preocupación por su prole en un mundo sometido a la utilidad, la riqueza y el placer. Desde el convencimiento del fracaso y la tragedia a la que esto los puede conducir, confiesa: “Junto con mi esposa, hemos intentado dar a nuestras hijas, a través de los libros, una educación estética y moral virtuosa que las ayude, y así, las pertreche de sólidas creencias ante tamaña amenaza. Así surge el blog y luego el libro”.
Desde la perspectiva de un padre católico aspira a que su obra, que incluye libros de todos los tiempos y está llena de fantasía, aventuras de todo tipo y enseñanzas sobre el valor de la familia, resulte un manual clave para educadores que, como él, dirigen gran parte de su esfuerzo en lograr que los niños consideren la lectura en uno de sus primeros puestos, sientan y disfruten con ella.
Los libros son para niños y jóvenes como…
Woman Essentia.- ¿Qué desea trasmitir a través de su blog y su libro?
Miguel Sanmartin.- Hay dos citas, una del filósofo David Hume y otra de William Shakespeare que retratan especialmente bien nuestro mundo. El primero sostenía que la razón ha de ser esclava de las pasiones; Shakespeare hablaba de la vida como un cuento lleno de sonido y furia, contado por un idiota y que no significa nada.
En nuestra época, desgraciadamente, esa es la visión preponderante de lo que es la realidad, una visión que ha dado lugar a un mundo en decadencia que Platón vaticinó con escalofriante precisión hace muchos siglos.
Creo firmemente que el camino de los buenos y grandes libros puede suponer una ayuda para intentar hacer llegar a los más jóvenes cosas esenciales, hoy olvidadas o proscritas, como que hay un propósito en esta vida que trasciende la vida misma; que existe una naturaleza humana que nos viene dada; y que hay verdad y error, belleza y fealdad o grandeza y miseria.
Los cuentos de hadas entretienen y forman
WE.- ¿Cómo de necesarios son los cuentos para los niños? ¿Alguna temática en especial?
M.S.- Todos nacemos con la necesidad de contar y escuchar historias. Es algo consustancial al hombre y una de las formas fundamentales a través de la cual nos comunicamos y educamos. Los cuentos de hadas en especial cumplen con la función de entretenimiento y formación.
Decía Chesterton que los cuentos de hadas clásicos (los originales, no deconstruidos o manipulados) como los Grimm, Andersen o Perrault, son las únicas guías sólidas para conducirnos en la vida. Al menos, lo son en nuestros primeros años, aunque yo creo, como Chesterton, C. S. Lewis, Tolkien y otros, que son lecturas para toda la vida.
Esos cuentos dan a los niños un universo moral, donde hay bien y mal, castigos y recompensas, expiación y hasta redención; y, sobre todo, donde hay siempre un final feliz. Asimismo, les ayudan a ordenar temporalmente su vida, con su principio (“Érase una vez…”) su nudo y su desenlace.
WE.-¿Qué aporta a grandes rasgos la lectura a los niños?
M.S.- Muchas cosas y todas buenas.
La lectura enriquece el lenguaje y la inteligencia. Poder expresarse con propiedad y precisión facilita el acto de pensar, porque los pensamientos solo pueden comunicarse en detalle y profundidad mediante palabras.
Asimismo, potencia y alimenta la imaginación moral, permitiendo al niño ampliar su mundo y su experiencia, sin necesidad de haberla vivido ni sufrido.
Leer proporciona una educación estética e introduce a los niños en el camino de la belleza.
También ofrece disfrute, entretenimiento y sana evasión, como el combustible necesario para encender y mantener encendida la pasión de leer.
Los padres, ejemplo para que el niño lea
WE.- Niño que ve a su padre/madre con el móvil y no un libro en la mano, ¿copiará el ejemplo?
M.S.- Sin duda. Es muy importante que los niños nos vean a nosotros, los padres, leyendo, ya que, como sabemos, ellos aprenden preferentemente por imitación. Igual de importante es que no nos vean enfrascados constantemente con el móvil. Además, esto empujará al niño a entrar en una práctica en la que percibe una dimensión social y en la que, por esa razón, quiere participar.
Los niños requieren constantemente la atención de los padres y los padres debemos aprovechar esto para compartir momentos de juego/lectura con ellos. Es trascendental que, en lo posible, haya momentos de lectura individual, cada uno con su libro, mejor en la misma habitación, y, en familia, con sesiones de lectura en voz alta.
Es importante hablar de los libros, que los niños noten nuestro interés por lo que leen, nuestra atención sobre lo que opinan de este o aquel libro, o sobre lo que esta o aquella historia les o nos sugiere.
También es esencial que nos sientan disfrutar de la lectura. No olvidemos, como decía sabiamente el literato francés Daniel Pennac, al igual que otros verbos, como soñar y amar, el verbo leer no tolera el imperativo
¿Está bien considerada la lectura?
WE.- ¿Estima que en la actualidad se otorga poco valor a la lectura?
M.S.- Lamentablemente, así es. Cada vez va perdiendo más significación en nuestras vidas. Pero no es nada extraño. En una sociedad como la nuestra, frenética, evanescente, distraída y hedonista, no encaja bien un acto como la lectura, que exige concentración y dedicación, pausa y tranquilidad, atención y constancia. Leer es, a fin de cuentas, pensar, y pensar requiere un gran esfuerzo.
En una sociedad de producción y consumo intensivo -casi diríamos que obsesivo- como en la que vivimos, la literatura no parece una herramienta adecuada para el éxito en esa vida económica que se nos trata de imponer; no ofrece retorno de la inversión y no tiene relevancia alguna en un análisis de coste/beneficio.
Nutrir el espíritu de los hijos
WE.- ¿Qué hay de la imaginación? ¿Son nuestros niños creativos por sí mismos con el juego o la lectura o dependen cada vez más de una activación tecnológica constante?
M.S.- Esta es una de las grandes cuestiones de hoy: la de una imaginación en una sociedad industrial y mecanicista, en una sociedad digital y tecnológica.
El mundo digital dominado por la imagen, en el que estamos cada vez más inmersos, nos hace pasivos, perezosos intelectualmente. En lo que respecta a los niños, los ataca en lo más profundo de su identidad, ya que afecta a su naturaleza imaginativa, que es su estado natural, predispuesto al aprendizaje a través de la belleza y el asombro. Todo ello está siendo devastado.
La imaginación de cada niño es sustituida por una imaginación impersonal y externa, ajena a ellos, impuesta, laminadora y totalitaria y que es la misma para todos. De esta manera, los niños se convierten en desiertos y eriales, tanto sensoriales como intelectuales y en seres uniformados y, por lo tanto, deshumanizados.
Nosotros, como padres, no solo deberíamos preocuparnos de nutrir el cuerpo de nuestros hijos, sino también su espíritu, haciéndolo con sabiduría y juicio.
El cardenal Newman decía que el corazón se alcanza no a través de la razón, sino a través de la imaginación, una imaginación que es alimentada por la emoción humana apropiada al caso: el asombro.
Quizá habría que comenzar a alimentarla y cultivarla sanamente, con cuentos, rimas y canciones, con leyendas, aventuras y romances.
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