La noticia del asesinato de un profesor a manos de un alumno, ha conmocionado a todas España, y ha cuestionado varias cosas.
Circulaban mensajes que intentaban recobrar la gratitud y respeto hacia la figura del profesor. Incluso habían creado una petición en la plataforma cívica CHANGE solicitando un reconocimiento para él mismo.
Es una pena que tengan que pasar cosas así para que nos demos cuenta de lo devaluado que está su trabajo a pesar de la tarea tan fundamental que representa para la sociedad
Supongo que esta demanda viene también por el poco valor que se le ha dado al profesor en los medios, es casi un simple accidente y ya está. Sin embargo es un caso dramático, una mañana cualquiera decide asesinar a un profesor y herir a cuatro personas más.
Pero es una víctima sin rostro y no ha pasado nada. El niño volverá en unos meses a retomar su curso escolar y ya está. Pero este señor no tendrá la opción de volver nunca a su clase. Justificaron que fue un brote psicótico, tesis que quedó descartada después de que los expertos hablasen, ya que a esa edad son poco probables. Incluso la consejera de Educación Irene Rigau llegó a decir que el menor actuó sin ninguna reflexión. Pero señora mía, si llevó al Instituto un machete, una ballesta con flechas de fabricación casera y un cóctel morotov rudimentario que había fabricado en una botella de cerveza. ¿Eso significa que no había reflexionado lo suficiente?
A mi mente viene un libro que salió hace algunos años, “Padres sin derechos, hijos sin deberes”, la autora María de la Válgoma sintió la inspiración, ante la modificación del art. 154 del Código Civil acerca de los deberes de los padres.
Según sus palabras, que comparto totalmente, “estamos creando niños cada vez más frustrados e intolerantes, a los que no se les puede exigir ninguna responsabilidad”.
Y este caso ha llegado al extremo, hemos conseguido y asumido: Niños sin responsabilidades, sociedad indefensa.
Niños intolerantes que no saben aceptar un No por respuesta, una sociedad que anima a la satisfacción inmediata, que ha enterrado el valor del esfuerzo, padres que han cedido a su labor educadora, medios que incitan y presumen de que el crimen está de moda (como anunciaba una conocida cadena televisiva), haber minado la autoridad a los padres y profesores, y con ello el respeto, la falta de tolerancia, han creado situaciones tan disparatadas como esta. En la cual el menor, por tener menos de 14 años, no tiene ninguna responsabilidad.
Para educar hay que poner límites y enseñar a ser consecuentes con nuestros actos, y por tanto, responsables de los mismos. Sea la edad que sea.
Ley orgánica 5/2000 de 12 de Enero. Artículo 3. Régimen de los menores de catorce años.
Cuando el autor de los hechos mencionados en los artículos anteriores sea menor de catorce años, no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente Ley, sino que se le aplicará lo dispuesto en las normas sobre protección de menores previstas en el Código Civil y demás disposiciones vigentes. El Ministerio Fiscal deberá remitir a la entidad pública de protección de menores testimonio de los particulares que considere precisos respecto al menor, a fin de valorar su situación, y dicha entidad habrá de promover las medidas de protección adecuadas a las circunstancias de aquél conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero.
Lo que no queda claro es a quién protege y de quién, si al niño que ha sido capaz de quitar una vida o a la sociedad. Porque quien ha perdido esta vez, es la sociedad.