Mientras las plataformas digitales y las redes sociales continúan evolucionando rápidamente, es imperativo que la sociedad, los padres y los reguladores trabajen juntos para proteger a los niños.
El fenómeno de los hijos de influencers convirtiéndose en figuras centrales en las plataformas digitales de sus padres es una tendencia creciente en el mundo de las redes sociales. Esta situación, donde los padres utilizan la imagen y la vida de sus hijos para campañas publicitarias, plantea cuestiones éticas y psicológicas fundamentales.
Uno de los ejemplos más notorios es el de Ryan Kaji, conocido por su canal en YouTube «Ryan’s World» (antes «Ryan ToysReview»). Hasta abril de 2023, Ryan ha generado ingresos significativos en línea. Forbes reportó que en 2020, fue el YouTuber mejor pagado del año, ganando aproximadamente 29.5 millones de dólares. Además, ha obtenido ingresos a través de acuerdos con marcas y su propia línea de juguetes, vendidos en tiendas como Walmart y Target.
Estos niños, a menudo demasiado jóvenes para comprender el complejo mundo del marketing y las redes sociales, se ven involucrados en lucrativos acuerdos comerciales. Marcas de juguetes, ropa infantil y productos de estilo de vida familiar los utilizan para promocionar sus productos, generando ingresos significativos. Sin embargo, tras esta fachada comercial, surgen preocupaciones serias sobre su bienestar y desarrollo.
El impacto psicológico de crecer en el ojo público es profundo. Estos niños, expuestos constantemente a las redes sociales, pueden desarrollar una dependencia de la validación externa y una percepción distorsionada de su valor personal. La presión para mantener una imagen atractiva y satisfacer a seguidores y patrocinadores puede ser abrumadora.
La privacidad de estos niños se convierte en una moneda de cambio en el mundo digital. Los influencers al compartir detalles íntimos de sus vidas, pueden comprometer la seguridad y el derecho a la privacidad de sus hijos. Crecen sin un espacio claramente definido que esté libre de la mirada del público, afectando su comprensión de los límites personales y la privacidad.
Los padres influencers tienen una responsabilidad crucial en este aspecto. Deben velar por la privacidad y el bienestar de sus hijos, equilibrando su vida pública con la necesidad de un espacio privado y seguro para su desarrollo. Esta responsabilidad incluye tomar decisiones conscientes sobre qué compartir y qué retener, protegiendo la intimidad y los intereses de sus hijos por encima de las ganancias o la popularidad en línea.
El tema del consentimiento en esta dinámica es particularmente problemático. Los niños, especialmente los más pequeños, no están en condiciones de dar su consentimiento informado para ser presentados en estas plataformas, lo que plantea preguntas éticas sobre la explotación y los derechos de los menores en el entorno digital.
A medida que estos niños llegan a la adolescencia, una etapa ya desafiante, enfrentan una crisis de identidad única. Tras años de vivir bajo una imagen idealizada, luchan por entender quiénes son fuera del ojo público. Adolescentes como Ryan, que desean desvincularse de las redes sociales, se encuentran atrapados, sintiéndose obligados a continuar su presencia en línea.
El proceso de separarse de un personaje público en línea y establecer una identidad propia es complejo. Los adolescentes pueden enfrentar resistencia de sus seguidores y dificultades para establecer límites claros entre su vida personal y pública. Alejarse de las redes sociales puede ser liberador, pero también puede traer un sentido de pérdida y la incertidumbre de no saber cómo interactuar fuera del mundo digital.
Esta situación plantea preguntas importantes sobre la responsabilidad de los padres influencers y el papel de las redes sociales en la formación de la identidad juvenil. Como sociedad, debemos considerar cómo proteger el bienestar de estos jóvenes mientras navegan en el complejo mundo de la influencia digital.
La historia de los niños influencers como Ryan Kaji es un recordatorio de la necesidad de un equilibrio y una consideración ética en el mundo digital. Debemos asegurarnos de que el bienestar y el desarrollo saludable de los jóvenes sean siempre prioritarios en la intersección de la vida familiar y la influencia en redes sociales.
Además, la exposición temprana y constante a las redes sociales puede influir en la percepción de la realidad y las relaciones sociales de estos niños. Creciendo en un ambiente donde la imagen y la percepción online son de suma importancia, pueden desarrollar una comprensión distorsionada de las relaciones sociales y una dependencia de la aprobación y el reconocimiento en línea.
Este entorno también puede tener un impacto en su salud mental. La presión constante para presentar una vida perfecta y satisfacer las expectativas de una audiencia global puede conducir a ansiedad, estrés y otros problemas de salud mental. Los padres deben ser conscientes de estos riesgos y trabajar para proporcionar un entorno de apoyo que priorice la salud mental y emocional de sus hijos.
La regulación de este fenómeno también es un aspecto crucial. Actualmente, hay un vacío en la legislación y las políticas de redes sociales en lo que respecta a la protección de los niños influencers. Se necesita una mayor supervisión y regulación para garantizar que los derechos y el bienestar de estos niños estén protegidos. Esto incluye establecer límites claros en cuanto a la cantidad y el tipo de contenido en el que pueden aparecer, asegurando su derecho a la privacidad y protegiéndolos de la explotación.
Mientras las plataformas digitales y las redes sociales continúan evolucionando rápidamente, es imperativo que la sociedad, los padres influencers y los reguladores trabajen juntos para proteger a los niños influencers. Esto incluye considerar cuidadosamente las implicaciones éticas, psicológicas y legales de su participación en el mundo digital. El bienestar y el desarrollo saludable de estos jóvenes deben ser siempre una prioridad, asegurando que su infancia y adolescencia no se vean comprometidas por las exigencias y las presiones del mundo de la influencia digital.
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