Hace poco asistí a una conferencia sobre el Transhumanismo uno de los movimientos de pensamiento, latente e inquietante, de este mundo globalizado, lo que me ha impulsado a escribir algunas ideas acerca de esta corriente de pensamiento y sus manifestaciones o implicaciones.
El transhumanismo se ha definido como “un movimiento cultural de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías para eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana, como son: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y hasta la condición mortal” (Nick Bostrom, 2003). A mediados del siglo pasado los desarrollos de la I.A. impulsaron este movimiento y N. Bostrom en 1997 creo la World Transhumanist Association con el mismo objetivo. Esta corriente de pensamiento reúne a científicos y expertos de distintas áreas de conocimiento: Inteligencia artificial, Nanotecnología, Biotecnología, Farmacología y hasta Filósofos, todos pretenden cambiar y alargar la vida de los seres humanos mejorando su naturaleza. Todos los seguidores del transhumanismo están influenciados por la teoría evolucionista de Darwin ya que creen que el homo sapiens tecnológico está en condiciones de cambiar su naturaleza, por medio de la biotecnología y otros medios, para dirigirla hacía una nueva especie más perfecta (posthumana). La paternidad del término “transhumanismo” se le atribuye al biólogo J. Huxley en 1927 aunque la palabra “transhumanar” ya fue utilizada por Dante en la Divina Comedia.
Este movimiento trata de buscar la mejora del ser humano, en sus ansias de ser inmortal en donde se refleja el deseo de “querer ser como Dios”. El deseo del hombre de mejorar sus capacidades físicas o mentales, y aspirar a la felicidad no es algo novedoso, puede decirse que ha estado presente desde sus orígenes y en las distintas épocas históricas de la humanidad. Por ejemplo: los alquimistas buscaban el elixir de la felicidad; los pensadores de la Ilustración, como F. Bacon o D. Hume, apostaban por el uso de la ciencia para mejorar las condiciones de vida de los seres humanos y J. O. Metrrie, conocido por su trabajo del “hombre máquina”, afirmaba que debería ser posible modificar la naturaleza humana de la misma forma que se manipulan los objetos externos; los racionalistas (I. Kant, N. Condorcet y I. Newton) creían que los seres humanos se podían desarrollar por medio de las aplicaciones de la ciencia; F. Nietzsche decía que el hombre es algo que debe ser superado; etc.
Los transhumanistas buscan la mejora del ser humano principalmente de tres formas: 1) aumentar nuestra longevidad (superlongevity), 2) superar nuestra inteligencia (superintelligence) y 3) alcanzar un grado de bienestar mayor (superwelfare). Para ello, los seguidores de este movimiento pretenden lograr estos tres retos con: el uso de las tecnologías, los avances de la genética y los de la farmacología. De ahí que muchas de las grandes tecnológicas (GAFAM) inviertan miles de millones de dólares en el estudio de la singularidad, es decir, conocer el momento en que los ordenadores lleguen a pensar como los humanos. Por eso, han creado la Universidad de la Singularidad (Singularity University) en California cuyo lema es el de “Preparar a la humanidad para los rápidos cambios tecnológicos” (Preparing Humanity For Accelerating Technological Change).
Como ya he apuntado, los transhumanistas quieren revertir el envejecimiento (superlongevity), no aceptan nuestras limitaciones e incluso la muerte, de ahí surge la criogenización o preservación del cuerpo después de la muerte para su vuelta a la vida en un futuro próximo. Además, quieren evitar el sufrimiento y fomentar la selección de embriones que den lugar a personas sin defectos, ni patologías, es decir, “personas a la carta”. Los representantes de la eugenesia liberal, como J. Savulescu, abogan por imponer la obligatoriedad moral de que no nazcan niños enfermos. Estos están convencidos de que la eliminación, mediante el aborto, de fetos que presenten anomalías congénitas sería licita.
Otra estrategia de los transhumanistas se centra en el uso de la nanotecnología molecular, introduciendo microchips en varias partes de nuestro cuerpo para aumentar las capacidades del ser humano, principalmente las cerebrales (superintelligence). La tercera estrategia se ampara en el uso de fármacos para controlar nuestras emociones y así conseguir un mayor bienestar emocional e incluso vital (superwelfare). Ya hay personas involucradas en esta corriente de pensamiento que llevan más de dos décadas consumiendo más de 200 pastillas al día, sin ingerir ningún otro tipo de alimento.
También propugnan una existencia post-biologica basada en la reproducción de la matriz sináptica de un individuo con el fin de reproducirla en un ordenador o en otro ser humano (trasplante de cerebro). Los transhumanistas presentan la ciencia como algo absoluto, en la cual los genes y las neuronas determinan toda actividad del ser humano.
Ante este panorama parece obvio pensar en las desigualdades que surgirán entre los distintos tipos de seres: humanos, transhumanos y posthumanos ya que no todo el mundo puede o podrá acceder al potencial de mejora que se ofrece. Por ejemplo, en el acceso, por su coste, a la farmacología para memorizar más y mejor o en el acceso a puestos de trabajo por las diferentes capacidades entre los humanos, los transhumamos y los post-humanos. Según N. Bostrom (2008), un transhumano sería un ser humano en transformación, con algunas de sus capacidades físicas y psíquicas superiores a las de un ser humano normal, pero todavía no posthumano y, en cambio, un posthumano sería un ser con una parte orgánica y otra cibernética (cybernetics organism o cyborgs) con una esperanza de vida superior a los 500 años; capacidades intelectuales dos veces superiores a lo máximo que el hombre actual pudiera tener, con dominio o control sobre los impulsos sensibles y sin padecimiento psicológico. El Postulado Tecnológico hace referencia a la creación de posthumanos y está previsto que se lleve a cabo dentro de 100 años, en ello trabajan los investigadores del Foresight Institute y del Entropy Institute desde finales de los ochenta.
La mentalidad transhumanista nos hará más dependientes, estaremos más aislados, seremos menos creativos, menos libres y por ende menos felices. Además, como ya nos ocurre, el abuso de las tecnologías disminuirá nuestra capacidad de esforzarnos por conseguir lo que nos hace mejores personas o profesionales, perderemos la capacidad de resolver nuestras necesidades, disminuirá nuestra capacidad de concentración y de análisis, (…). En definitiva, los transhumanistas quieren que dejemos de ser “humanos” para ser “posthumanos”, su concepción es materialista, no respeta la dignidad de la persona humana y es ajena a la trascendencia del hombre.
Está claro que el transhumanismo plantea muchos interrogantes filosóficos y morales. Por ejemplo: ¿Quién establece los límites y las normas de la mejora biotecnológica? ¿Cómo garantizar la igualdad de derechos y deberes entre humanos y posthumanos? ¿Quién y cómo se decide la persona perfecta o feliz? ¿Dónde radica la dignidad de la persona humana? ¿Qué es una mejora terapéutica o una mejora transformadora?
No hay duda de que la manipulación genética tiene implicaciones éticas ya que diseñar seres a la carta puede conllevar unas prácticas eugenésicas, como la eliminación de personas imperfectas o el manejo de embriones para hacerlos más perfectos, (…). Cabe recordar, aunque parezca una utopía, que el hombre en uso de su libertad puede transformarse e incluso aniquilarse.
La concepción transhumanista puede tener visos de ser el remedio para muchas de nuestras carencias y dificultades, pero si no se ponen limites puede acabar con el hombre, ya que presenta a un hombre desgajado de su naturaleza, el hombre se hace y puede ser sustituido por una supermáquina. Muchas de las propuestas del transhumanismo ya se están realizando, otras no se pueden lograr todavía, pero todo puede ser una cuestión de tiempo.
También hay voces que nos alertan, como Francis Fukuyama quien considera el transhumanismo “como una de las ideas más peligrosas del mundo” porque altera la naturaleza humana y destruye la igualdad entre los seres humanos. Para escapar de este posible peligro, conocer como la mentalidad transhumanista se hace presente en nuestra sociedad y cómo puede afectar a nuestra vida.
Quizás la postura más adecuada y prudente sea la de mantener la esperanza en que las regulaciones del uso de los avances tecnológicos por sus implicaciones morales se preserve la dignidad de la persona humana.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: