Edith Eger estuvo a punto de cumplir su sueño cuando tenía 16 años: ser bailarina profesional. A sus 87 años, ha decidido c contar su historia en el libro La bailarina de Auschwitz.
mientras mira una fotografía en blanco y negro en la que se la ve a ella vestida con un maillot. Una instantánea tomada por su amor de adolescencia, Imre, pocos meses antes de que su mundo se destruyera. Él, como muchos otros, no sobrevivió al Holocausto.

Edith se atrevió a contar su historia a los 87 años, recogida en el libro La bailarina de Auschwitz (Planeta, 2018). Si no hubiera sido judía, habría podido participar en las Olimpiadas de Berlín. “Me dijeron que tenía que entrenar en otra parte porque era judía y no me quisieron admitir en las Olimpiadas”, recuerda. “Mi sueño se derrumbó completamente”.
Eger tenía dieciséis años cuando los nazis invadieron su pueblo de Hungría y se la llevaron con el resto de su familia a Auschwitz. Al pisar el campo, sus padres fueron enviados a la cámara de gas y ella permaneció junto a su hermana, pendiente de una muerte segura. Pero bailar El Danubio azul para Mengele salvó su vida, y a partir de entonces empezó una nueva lucha por la supervivencia. Primero en los campos de exterminio, luego en la Checoslovaquia tomada por los comunistas y, finalmente, en Estados Unidos, donde acabaría convirtiéndose en discípula de Viktor Frankl. Fue en ese momento, tras décadas ocultando su pasado, cuando se dio cuenta de la necesidad de curar sus heridas, de hablar del horror que había vivido y de perdonar como camino a la sanación.
Su mensaje es claro: «tenemos la capacidad de escapar de las prisiones que construimos en nuestras mentes y podemos elegir ser libres, sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida».
«Este libro es un regalo para la humanidad. Una de esas historias únicas y eternas que nunca quieres terminar de leer y que te cambian la vida para siempre.» Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz
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