En España tenemos a Zurbarán, Murillo y El Greco como los tres grandes pintores místicos. Si hubiera que escoger a tres en el norte de Europa, sin duda, son Van Der Weyden, Jan van Eyck y Alberto Durero.
Los tres son grandes maestros de la luz, ese bien tan preciado en los países del norte. Pero no sólo aspiraban pintar la luz solar, sino también la luz del espíritu.
Van Eyck es reconocido como uno de los pintores europeos más importantes del siglo XV. Sin duda, es uno de los más brillantes entre los artistas flamencos. Sus extensas y complejas composiciones parecen haber sido creadas con microscopio, por la cantidad de detalles que pinta con precisión milimétrica.
Se dice que Jan van Eyck es en la pintura al norte de los Alpes lo que Masaccio es para el arte italiano. Su asombrosa habilidad técnica y su exquisita pasión por el detalle, reproducido minuciosamente, fueron muy admiradas por sus contemporáneos. Su obra ha sido copiada en multitud de ocasiones por pintores de todas las épocas. Fue considerando el “rey de los pintores”.
Se dice que Jan van Eyck es en la pintura al norte de los Alpes lo que Masaccio es para el arte italiano.
Los maestros flamencos del siglo XV son una fuente inagotable de satisfacción para amantes del arte de tema religioso, muy diferentes de los «archi»conocidos italianos. Todos ellos se influenciaban unos a otros. Fue en realidad una polinización cruzada la que protagonizaron los maestros flamencos, no tanto con Italia, sino con con los artistas de Alemania, Austria, Bohemia, Hungría, Transilvania y hasta las regiones bálticas. El periodo de mas influencias artísticas arranca con Van Eyck y se detiene en Alberto Durero.
Vida y obra
Escritores de su época, como el italiano Vasari, le atribuían a Van Eyck la invención de la técnica al óleo. Sin duda, él es quien alcanza sus cotas más altas con una perfección sublime. Aunque esto no se sabe muy bien con certeza, ya que otros contemporáneos empezaban a utilizarla. Su obra destaca por la superposición de finas capas de pintura que producen un efecto transparente y reflectante. Con este método llegó a representar con gran minuciosidad la calidad de las telas, la piel, las flores, la transparencia del cristal y del agua.
Jan van Eyck nació hacia el año 1390 en Maaseik cerca de Mastrique (Maastricht), Países Bajos, actual Holanda. Es la zona más al sur del país y está justo en la frontera entre Bélgica y Alemania. Su hermano mayor, Hubert, también era un pintor reconocido de gran prestigio. Jan aparece mencionado por primera vez en 1422 en la corte de Juan de Baviera, Conde de Holanda en la ciudad de La Haya. Después de la muerte de éste, en 1425, entró como pintor de corte al servicio del exuberante Felipe el Bueno, duque de Borgoña. Además de pintor de cámara se convirtió en su hombre de confianza. Este status le concedió el beneficio de una respetable reputación, proporcionándole una gran libertad artística. Realizó con el duque varios viajes a Portugal y España. En 1432 se instaló en Brujas, donde contrajo matrimonio con Margarita, con quien tuvo dos hijos.
Allí desarrolló toda su carrera artística hasta su muerte con 51 años en 1441. Sus pinturas catalogadas son casi todas de la última década de su vida. El principio de su carrera apenas está documentado, pero a mediados del siglo XV disfrutó de una extraordinaria fama por toda Europa.
Jan van Eyck fue el pintor favorito de la corte y posiblemente sería amigo del Duque Felipe el Bueno (1396-1467), hombre muy excéntrico. Él y los nobles de su séquito se rodeaban de los mejores artistas y disfrutaban de grandes lujos en un periodo de extraordinaria bonanza económica. Gante y Brujas eran las ciudades mercantiles más florecientes. Ricos mercaderes, nobles y políticos admiraban y aspiraban imitar la magnificencia de la corte, y fueron los primeros en adquirir productos de lujo como el arte. Esto favoreció positivamente el ambiente creativo de Jan van Eyck y otros creadores que transitaban entre la corte y la ciudad. Fue un periodo de apogeo tanto para artistas como para artesanos. Flandes era la meca del lujo.
Su obra se destaca especialmente por una minuciosidad, característica que lleva a deducir su carácter observador y detallista. También se le admira por la carga psicológica que aporta a sus obras, llenas de realismo y vitalidad.
Junto a su hermano también pintor, Hubert van Eyck y Robert Campin, se considera a Van Eyck una figura de transición entre el Gótico internacional de la escuela flamenca, estilo característico en los Países Bajos, y el Renacimiento procedente de Italia. Otros estudiosos, los enmarcan dentro del llamado Pre Renacimiento o Gótico tardío, que después evoluciono hacia el llamado Gótico Flamenco. Su obra se destaca especialmente por una minuciosidad, característica que lleva a deducir su carácter observador y detallista. También se le admira por la carga psicológica que aporta a sus obras, llenas de realismo y vitalidad. Sus temas recurrentes, encargados por sus mecenas, son grandes composiciones religiosas, retratos y escenas sacras, generalmente marianas.
Altar de Gante
Su obra maestra es, sin duda, el “Retablo del Cordero Místico” en la Catedral de San Bavón, Gante (Bélgica). Es la obra de arte más robada y codiciada de la historia. Ha sobrevivido saqueos, quema de pinturas, ventas clandestinas y robos. Se rescató de la destrucción varias veces.
Uno de los primeros peligros a los que sobrevivió fue al ataque de los iconoclastas calvinistas (1566) que destruyeron iglesias y monasterios. Fue robada en muchas ocasiones, una de ellas por Napoleón (que la llevó al Louvre) y otra por los nazis, por expresa orden de Hitler. Tras pasar por varias compra-ventas en Paris, Londres y Berlin, por fin, y gracias al tratado de Versalles (1919), Alemania tuvo que devolverla a su iglesia. Ironías del injusto destino: una de las tablas, “El Panel de los justos” fue robado una vez más en 1934 y sigue en paradero desconocido.
Conocido como el “Altar o Político de Gante”, es un impresionante retablo formado por doce paneles unidos con dos vistas: abierto y cerrado. Ocho de las doce tablas, están pintadas también por detrás para poder ser admiradas cuando se cierra el político. Se considera la primera obra con plena madurez pictórica del estilo gótico flamenco y su creación duró toda una década (1422-1432).
Esta obra fue firmada por los hermanos van Eyck. Hubert van Eyck la empezó aunque es Jan, quien la acaba tras la muerte de su hermano mayor. En este complejo retablo están presentes los elementos que caracterizarán su trabajo, como es su portentoso dominio de la pintura al óleo. En concreto, es de destacar su empleo de las veladuras, técnica originada por el gran maestro italiano, Leonardo Da Vinci. Con ellas conseguía colores intensos y mayor luminosidad. Van Eyck también sorprende por sus conocimientos ópticos, sus figuras monumentales, el realismo de sus retratos, su revolucionario tratamiento de la luz y sobretodo por la profunda religiosidad de su pintura.
Vírgenes de Van Eyck
El tema que el artista pintó una y otra vez son sus Madonas o Vírgenes.
Todas tienen en común al vestimenta con amplísimos mantos, envueltas en metros de lujosas telas muy gruesas, con pliegues muy marcados. Su color predilecto, sin duda, el rojo. Suele pintarlas situadas en marcos arquitectónicos con detallada profusión de detalles. Es un experto en representar la arquitectura y el estilo de la época, dejando ver ventanas al fondo desde donde se aprecian detalles de la ciudad, ríos o paisajes campestres. También le fascina la naturaleza. Pinta flores, plantas y vegetación con detalle milimétrico, casi como vistas con microscopio. Lo mismo se puede decir de los cabellos y adornos, entre los que abundan joyas como las coronas con joyas del “Altar de Gante” y la “Virgen de Rolin”.
Todas tienen en común al vestimenta con amplísimos mantos, envueltas en metros de lujosas telas muy gruesas, con pliegues muy marcados. Su color predilecto, sin duda, el rojo
Sus pinturas están repletas de detalles que muestran el lujo de la época: vestidos de damasco forrados de piel, baldosas de cerámica, columnas de mármol, preciosos libros, delicadas flores, ventanas translúcidas. También destaca su representación de objetos de vidrio y el agua reflectante. Incluso la luz reflejada sobre una fuente o el agua de un lejano río, parecen palpables.
Su pintura es un estudio cuidadoso de cómo reacciona la luz sobre diferentes texturas. A menudo, aparecen los donantes que encargaron la obra a los lados de la escena, y siempre arrodillados. Ante ellos, la Virgen, de facciones claramente nórdicas, presenta en su regazo a un niño Jesús tan rubio como ella, ambos con una piel inmaculadamente blanca. En el caso de “La Virgen de Rolin”, un ángel sostiene una corona sobre ella. Es como si estuviéramos viendo lo que el donante imagina mientras reza con la Biblia. La suntuosidad de las escenas ricamente elaboradas no desmiente la sobrenaturalidad de la escena así, el lujo parece aumentar en lugar de disminuir su divinidad. Con Van Eyck, la magnificencia y el esplendor de las artes decorativas, ricos materiales y objetos valiosos, consigue proporcionar una visión más elevada de lo sagrado, en lugar de distraerla.
Obras de Van Eyck en España
En España podemos admirar dos magníficas pinturas suyas.
En el Museo del Prado, se encuentra “La Fuente de la Gracia”. Esta es una elaborada composición compuesta por tres planos: en el superior se encuentra Cristo en el trono, entre la Virgen y San Juan Evangelista con el Cordero a los pies, de donde brota un manantial; en el medio aparecen ángeles músicos y cantores y en el plano inferior se representan a la izquierda reyes, nobles, papas, teólogos, y a la derecha varios judíos confusos y en fuga, uno de ellos con los ojos vendados. El cuadro está basado en el famoso “Altar de Gante”. Se diferencian notablemente, tanto en el baldaquino gótico como en el modo de disponer al cordero sobre el manantial que forma un riachuelo que llega hasta la pila octogonal. Las hostias que lleva el agua la convierten en símbolo de la Gracia, que ilumina a la Iglesia triunfante y ciega a la Sinagoga.
En el Museo Thyssen Bornemisza, podemos admirar su “Díptico de la Anunciación” (en portada). Se puede decir que engañó a sus contemporáneos (y también a nosotros) con una representación originalísima, digna de un ilusionista. La Virgen y el Arcángel Gabriel aparecen como dos esculturas aunque, en realidad, están pintadas. Es el llamado“trompe l’oeil” o trampantojo, un engaño para la vista. Cuando imita piedra, se trata de una “grisalla”, que es una técnica artística monocromática, una renuncia austera, que emplea un único color. El término no se acuñará definitivamente hasta el siglo XVII, procedente del francés “gris” (pintura en tonos grises), pero trescientos años antes Van Eyck demostró que con ella era posible manejar la percepción la luz.
En Nueva York y Londres
Dos de sus obras más apreciadas pertenecen al Metropolitan Museum de Nueva York: “La Crucifixión” y “El Juicio Final”. Durante años se creyó que ambos cuadros, podrían formar parte de la misma pieza. Fueron pintados alrededor de 1440 (pocos meses antes de la muerte del pintor).
En su tabla del Calvario, Van Eyck evoca una notable variedad de emociones entre la multitud dentro de una imaginaria ciudad de Jerusalén. El pintor se inspiró en su viaje a través de los Alpes de enero de 1426, durante una misión diplomática a Italia y Tierra Santa. Este viaje le sirvió para definir cómo sería el paisaje naturalista de esta obra.
“El Juicio Final” muestra de forma extremadamente realista los horrores del infierno, con el Arcángel Miguel pesando las almas para dividirlas en dos grupos: salvados y condenados.
Otras dos de sus obras maestras se exponen en la National Gallery de Londres: “Hombre con turbante rojo” identificado como autorretrato del pintor y retrato del “Matrimonio Arnolfini”. Aquí Van Eyck combina realismo y simbolismo oculto con un misterioso sentido de espiritualidad. La esposa, de expresión virginal, es mucho más joven que su marido y está embarazada. La cama roja con baldaquino que aparece al fondo es la misma de otras pinturas del artista sobre la Anunciación del Angel a la Virgen.
Escuela Flamenca
La escuela flamenca, era dominante en Europa.
Iniciador de la pintura flamenca, Van Eyck es considerado como pionero del primer Renacimiento nórdico. Las mismas innovaciones técnicas que le permitían alcanzar ese nivel de detalle de un virtuosismo antes desconocido, se observan en otros artistas de Europa central. Junto con Rogier van Der Weyden y Robert Campin (llamado El Maestro de Flemalle), los tres fueron los artistas más célebres siendo los más virtuosos en el empleo del óleo, aún desconocido en Italia. Su secreto era la aplicación de varias capas de pintura al óleo y barniz e incluso a veces, incrustaciones de oro. A esto hay que añadir una técnica sublime en el colorido, iluminación, individualización de los personajes y representación de los paisajes. La imprenta tuvo un papel crucial. Grabados y dibujos flamencos servían de modelo a quienes no podían viajar a Brujas o Amberes para ver las obras maestras de cerca. Los artistas copiaban libremente no sólo temas, sino distintas partes de varias obras que luego fusionaban e integraban en otra propia. A menudo parecían obra de artistas de los Países Bajos, cuando en realidad eran de extranjeros que habían aprendido las innovaciones técnicas y pictóricas de Van Eyck y sus contemporáneos, a través de dibujos, grabados o viajes de estudios a Brujas. Las redes de cortes reales, el comercio, los artistas ambulantes y el descubrimiento de la imprenta suplieron las carencias comunicativas de la época.
Su secreto era la aplicación de varias capas de pintura al óleo y barniz e incluso a veces, incrustaciones de oro. A esto hay que añadir una técnica sublime en el colorido, iluminación, individualización de los personajes y representación de los paisajes
Los países bálticos vendían a los Países Bajos paneles de roble que artistas como los hermanos Van Eyck empleaban para sus obras. A su vez, estas viajaban, ya pintadas, en dirección contraria, rumbo a Escandinavia, al Báltico y a las ciudades de la Liga Hanseática. Las obras flamencas fueron pronto muy codiciadas en toda Europa por la nobleza, el clero y las clases adineradas. Esto facilitó la expansión de una revolución artística provocada por los primitivos flamencos con su apuesta por el realismo extremo e incluso por la conservación de los pigmentos. La furia iconoclasta del siglo XVI diezmó las colecciones en los Países Bajos meridionales. Si aún hoy sorprende la sensación tridimensional que transmiten las telas, alfombras y maderas pintadas en los cuadros de estos artistas, es de imaginar el efecto que causarían entonces en el público. A la hora de admirar una obra flamenca, no está de más emplear una lupa para admirar los detalles microscópicos de los lienzos. Algunos museos, incluso colocan una lupa junto a algunos cuadros.
En 2020, el Museo de Bellas Artes de Gante rinde homenaje a este gran maestro flamenco con la exposición “Van Eyck. Una revolución óptica”.
El 1 de febrero se inauguró la mayor exposición dedicada al pintor de toda la historia ya que nivel mundial solo se conservan una veintena de obras suyas. Por primera vez, se ha conseguido reunir, diez pinturas que viajarán de forma excepcional a Gante. Se mostrarán junto a otras de artistas de su taller, copias de sus cuadros perdidos y más de cien obras maestras. Pinturas, esculturas, dibujos, tapices y miniaturas de artistas centro Europeos e Italianos, ilustran el sentimiento estético y la riqueza cultural de este periodo de ferviente intensidad creativa.
Como pieza central de la exposición se presentan, por separado, los ocho paneles exteriores del “Altar del Cordero Místico”. Esta venerada obra regresará después a la catedral de Gante para no salir nunca más del lugar para donde fue realizada. En cada sala se mostrará una sola tabla para profundizar en temas como el retrato, la arquitectura o el espacio interior. Se completa con una selección centrada en los Países Bajos durante la Edad Media como centro creativo de artistas y artesanos. La muestra da a conocer la vida exuberante de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, y presenta la cultura dinámica de la ciudad donde Van Eyck desarrolló su brillante carrera, como artista, diplomático y consejero del Duque. Para poder apreciar la revolución óptica que desencadenó Jan Van Eyck, se presentan sus obras junto a pinturas de sus contemporáneos de mayor talento, procedentes de Alemania, Francia, Italia y España. Como él, estos maestros se movían por los círculos de las cortes, creando obras para aumentar el prestigio de nobles, religiosos y mercaderes. La exposición revela los mitos del artista y abre una nueva perspectiva sobre su técnica, obra e influencia. Pretende provocar las mismas sensaciones de admiración que sentían sus contemporáneos al ver su obra por primera vez.
La restauración ha sido un complicado y minucioso trabajo de varios años, que se ha centrado en la eliminación del barniz y los repintes antiguos para recuperar la calidad pictórica de la obra original. En palabras del crítico Charles Stirling: “Las sombras se encuentran incluso en las claridades y la luz en todas partes, incluso en las sombras”.
Jan van Eyck destacó entre sus contemporáneos y se puede decir que desencadenó una auténtica revolución óptica. Con su técnica inigualable y su capacidad de observación elevó la pintura al óleo a un nivel hasta entonces desconocido. Su perfeccionismo virtuoso determinó el rumbo del arte de la pintura.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: