Muchas veces decimos que hay personas que tienen que estar en el mundo por algo, y la historia de Flor fue así. En estos días se ha celebrado el Día Internacional de la mujer y creo que esta celebración sirve para recordar a mujeres valientes, que han tenido que tomar decisiones difíciles. Su madre tuvo que decidir entre su vida y la de su hija y decidió que daba su vida por Flor, pero Dios premió esa generosidad salvando a las dos.
Charlando con Flor detectamos ese componente comunicador al transmitirnos el verdadero sentido y valor del protocolo, y el beneficio que reporta a la sociedad.
Flor de Paz Alcántara es máster en protocolo, además de publicar en dos blogs (Para cortarse las venas con una pala de pescado, y A la derecha del padre). Actualmente es Responsable de Protocolo del Gabinete de Vicepresidencia del Gobierno de Canarias y tiene una dilatada experiencia profesional en los diversos ámbitos donde este es necesario. Quienes la conocen dicen que es sensible, extrovertida, cumplidora y comprometida, con grandes objetivos profesionales… y buena persona.
WE.-El protocolo tiene cierta connotación arcaica o sensación de rigidez que parece reservarse para las instituciones y estar un poco fuera de la vida. ¿Qué es el protocolo para ti? ¿cómo lo definirías?
Es curioso que me digas que el protocolo “parece” estar fuera de la vida, porque para mí el protocolo es parte sustancial de mi vida, por eso lo he escogido como profesión.
En un momento en el que las instituciones necesitan más que nunca acercarse al ciudadano, su contribución es esencial; pero además de eso, el protocolo está en cada una de las acciones más comunes de nuestra cotidianeidad.
Se define como “el conjunto de normas y disposiciones legales vigentes que, junto a los usos, costumbres y tradiciones de los pueblos, rige la celebración de los actos oficiales y, en otros muchos casos, la celebración de actos de carácter privado”.
Pero añadiría que el protocolo es un eficaz medio de comunicación, que nos permite trasmitir las cosas en su esencia. Muchas personas no ven en el protocolo más que normas, pero en realidad las normas que rodean al protocolo sirven para poder comunicarnos más allá de las formas y que los otros nos entiendan. Por ejemplo, entre un sujeto de cultura china y uno musulmán, las normas de protocolo sirven para que, a pesar de sus diferentes culturas, puedan dialogar o negociar sobre lo que quieran, desde el respeto y el entendimiento.
WE.-¿Qué beneficios puede aportar o aporta a la sociedad un buen protocolo?
Mi cualidad favorita del protocolo es ese carácter ordenador y conciliador, que no pretende poner a nadie por encima de nadie, como muchas veces se cree, sino facilitar la comunicación entre iguales.
Hace poco me contaba alguien que cuando no existía Real Decreto de Precedencias en este país los jefes de protocolo iban por delante de sus jefes a coger sitio, aunque tuviesen que estar horas esperando con una silla.
El protocolo evita todas estas molestias, ordena según criterios consensuados, no personales ni de intereses y además abre la mente y nos enseña a respetar las costumbres diferentes y a aprender de ellas. ¡Es lo más abierto y multicultural que conozco!
WE.- Y en relación a la convivencia, a las relaciones humanas que se desarrollan en el día a día
Como te comentaba anteriormente el protocolo en el día a día se puede aplicar en numerosos campos.
Creo que el protocolo ayuda a ver las cosas desde una perspectiva más tolerante y social, más comunicativa. Desde el respeto, la escucha… Enseña a ceder en el momento oportuno y a reclamar lo que es nuestro cuando es necesario. Es un buen maestro de asertividad, que tan de moda está el término.
Lo que nos enseña el protocolo en el ámbito cotidiano es a observar, a escuchar y a aprender de lo que veo en los otros.
WE.- En unos momentos en los cuales se habla tanto de “marca personal”, ¿cómo crees que afecta el protocolo a la misma o tiene alguna relación o influencia?
Está claro que el protocolo es fundamental a la hora de hablar de imagen de marca. No solo de marca personal sino de empresa. Porque, a veces limitamos solo el protocolo a la imagen personal, y no es así.
Las formas y los modos con los que nos acercamos a otros son nuestra carta de presentación, o la de nuestra empresa. Son lo primero que ven los demás de nosotros.
Desde hace siglos se emplea para proyectar la imagen pública, alcanzar objetivos y transmitir el carácter de instituciones y organizaciones de todo tipo. Los grandes reyes enviaban caravanas que les predecían con regalos para favorecer sus visitas.
WE.- ¿Es el protocolo una cuestión de leyes o reglas?¿Cuales son los factores de los que depende o se nutre más?
No. En absoluto creo que el protocolo se pueda encasillar en un conjunto de normas y reglas, como todo lo social debe tenerlas, pero el protocolo es un instrumento de comunicación selectiva que va más allá de las reglas y las normas. Está orientado al respeto y a la igualdad y buen entendimiento entre los individuos.
Es cierto que se nutre de Leyes, costumbres, acuerdos,… pero el protocolo va mucho más lejos, teniendo de fondo una sólida base antropológica y cultural, que radica en la ética y los valores de los pueblos y que merece todo el respeto posible. No me gusta delimitarlo a cuatro reglas o a “tener mano izquierda”. Es una visión bastante reduccionista, pero también es la más común.
El cimiento básico sobre el que se construyen las normas protocolarias es el respeto y la equidad.
WE.-Creo que una de las asignaturas pendientes en la enseñanza es la Educación Cívica, en mi época se llamaba así, no desvirtuada como la errónea presentación de Educación para la Ciudadanía. ¿Crees que podría ayudar el protocolo a mejorar la educación en las aulas? ¿Cómo podría hacerlo?
Me encanta que me hagas esta pregunta, te lo agradezco muchísimo.
Creo que la Educación Social, o el llamado protocolo social se debería aprender en las escuelas y otro gallo nos cantaría.
Hoy en día parece que todo da igual y cuanto más igual dé mejor. Que intentar ordenar un acto es elitista, pero el orden, el respeto y saber reconocer dónde empieza la libertad del otro y dónde termina la propia, son muy necesarios. Todas esas cosas nos las enseña el protocolo.
WE.- Hay profesiones que parecen un tanto vocacionales, ¿cómo surgió tu interés por el mismo?
Mis profesores coinciden en decir que yo esto del protocolo lo llevo en la sangre, me gusta la idea.
Creo que uno es fruto de su educación, su entorno,… luego vas buscando y yo tuve la suerte de dar con la horma de mi zapato. Se me dan bien los detalles, la organización y me gusta el tono conciliador de mi profesión. Me atrae la idea de aportar soluciones y crear espacios de paz en el mundo.
WE.- Hay muchos ámbitos de trabajo en los que se está poniendo de manifiesto la importancia de un buen protocolo. ¿A qué tipo de actividades económicas puede afectar más una buena acción en este sentido? ¿Cómo puede repercutir en un mayor beneficio empresarial?
En el ámbito empresarial creo que es esencial. Una buena imagen corporativa puede allanar miles de caminos que podrían costarnos tiempo de negociación, de inversión en publicidad,… Piensa que el protocolo es comunicación, pero una comunicación sutil y sencilla.
WE.- ¿Qué repercusión puede llegar a tener la frase “romper el protocolo”?
¡Me acabas de matar! No hay expresión que más deteste que esa. El protocolo es flexible y moldeable, es una ciencia de la conciliación, no se rompe: avanza.
Muchas veces vemos en la televisión: el “Papa rompe el protocolo”, “el rey rompe el protocolo”… eso no es así. Todos los gestos son medidos, consensuados y el protocolo actual, sin dejar de lado la profesionalidad, tiende cada día más hacia la naturalidad. No es que se rompe el protocolo sino que las instituciones se hacen más cercanas y las costumbres cambian y se adaptan, tan sencillo como eso.
WE.- Actualmente estamos viendo muchos casos en los que se rompe el protocolo y la falta de respeto e incluso mala educación queda muy clara…pero ¿se puede cumplir el protocolo y ser un maleducado?
Por supuesto, eso es lo que comúnmente se conoce como cumplimiento, cumplo y miento (risas).
Uno puede seguir las normas para lo que le interese y ser un maleducado en esencia. El protocolo es un instrumento y no tiene que ver con el interior de la gente.
WE.- ¿Es la juventud menos protocolaria?
No creo que esté ahí el quid de la cuestión, creo que el problema es la visión errónea que muchos jóvenes tienen del protocolo. Lo que me preocupa es la falta de respeto, que no considero que tenga que ver con el protocolo sino con unos valores erróneos.
WE.- ¿Cómo ves el futuro de esta profesión?
El futuro de la profesión somos mis compañeros y yo, y de momento cada día me miro al espejo y me veo estupenda (risas).
Verás, creo que el futuro no se ve, se trabaja. El protocolo tiene mucho futuro, pero como todo hay que cultivarlo día a día; nunca he creído en la generación espontánea. Creo que el protocolo tiene que salir de los despachos, de las instituciones y ocupar el lugar que deba. No quiero decir que tenga que dejar de ejercerse en las instituciones, sino que los valores del protocolo deben aplicarse en todos los ámbitos, optimizando los actos y eventos sociales y empresariales. Contar con un profesional del protocolo es un valor añadido.
Me gustaría añadir algo. Quiero que los que lean esta entrevista sepan que el protocolo no es solo colocar autoridades, ponerse el primero a codazos. El protocolo revela la importancia de que para que algo marche cada uno debe ocupar su lugar y ejercer su labor. Que una autoridad que se coloca delante en un evento no se coloca ahí por su valor personal sino por aquellos a quienes representa. Y que el orden ayuda a construir en claridad y transparencia. Creo que son conceptos erróneos que pueden ayudarnos a entender la verdadera dimensión del protocolo.