Con quién dejar a los niños es la cuestión que han de resolver todas las familias a días de finalizar el curso escolar. ¿Campamentos o abuelos?, muchos optan por la segunda opción por economía o seguridad
En general, los abuelos se encuentran muy implicados en la vida de los nietos y apoyan en lo posible a los padres. Se encargan de llevarlos y recogerlos del colegio o de las actividades extraescolares, les dan la comida o la merienda y les ayudan con los deberes hasta que sus padres llegan de sus trabajos. La labor se incrementa cuando llega el verano. Tres largos meses por delante no son tarea fácil para organizarse y es ahí cuando algunos padres se plantean diferentes opciones: campamentos o “tirar” de algún familiar, en quienes primero piensan, los abuelos.
Como destaca Ana Asensio, psicóloga, doctora en Neurociencia y autora de “Vidas en positivo” (B de Bolsillo, 2020) y “Neurofelicidad” (Roca Editorial, 2024), las posibilidades para las familias dependen de la clase socioeconómica, del lugar geográfico, de la red familiar o social que se tenga y la edad de los hijos.
“Los campamentos de verano son una opción muy saludable y lúdica para los niños porque hacen deporte, están al aire libre, conocen a otros niños y socializan, adquieren nuevas destrezas y descansan del curso escolar”, refiere.
Para la experta, quedarse con los abuelos puede resultar un acierto siempre y cuando gocen de buena salud para hacerse cargo y, además, se presten a ello.
La grandeza del vínculo
Asimismo, la relación abuelos-nietos puede beneficiar a ambos: “Pueden hacer recados juntos, aprender cosas los unos de los otros, hacer punto, cocinar, jugar a las cartas, escuchar música, dar paseos tranquilos, conocer a otros niños, visitar a los primos y ralentizar la vida del año escolar llena de horarios y actividades”.
Por otro lado, Asensio revela que, si la opción de los abuelos es una sobrecarga para los mayores y no hay una vida de pueblo, amigos o de estar con ellos de una manera saludable, sino que se les da un dispositivo electrónico o pantalla para que se distraigan, convendría sopesar otro plan.
Santi, padre de dos niños de 7 años, afirma sentirse asustado por las tarifas de algunos campamentos. “Algunos llegan a rondar los 200 euros la semana, ¡es una locura! Si tienes dos hijos es imposible anotarlos”, afirma este padre que junto a su mujer sólo podrán disfrutar de una semana de vacaciones en agosto.
“Por vivir cerca y para ahorrar, preferimos que se queden con quienes están mejor: los abuelos. ¿Si les he preguntado a los mayores? La verdad es que no. Soy hijo único, ellos sus únicos nietos y creo que estarán encantados”, agrega.
Afirma que los pequeños son felices con sus abuelos y siempre se divierten con juegos de mesa o hacen sesión de cine con chucherías y palomitas en casa, sino van a la piscina. “El año pasado llevé a uno de los niños a un campamento dos semanas (el otro se negaba a ir), pero el resto del verano estuvieron con mis padres y mis suegros”, comenta.
Ayudar y apoyar sin sentirse obligado
Elena es otra madre de 38 años, cuyo hijo de 4 tiene pasión con su abuelo materno (72 años). “Es habitual que mi padre lo lleve y recoja del colegio. Le compra cromos, dinosaurios y le cuenta mil y una historias. Mi padre es viudo y con el niño es feliz”, aclara.
En verano el niño estará con sus abuelos paternos y con el materno. “Mis suegros son más reacios a quedarse mucho con el niño porque es muy inquieto y ellos tienen poca paciencia y prefieren echarse sus siestas y ver las novelas. Sé que con el niño es imposible. También entiendo que el descanso es necesario, pero mi padre es todo lo contrario”, confirma esta madre.
Para Aurora y Jose Antonio, dos abuelos de 65 y 67 respectivamente, es un regalo pasar tiempo con sus nietos. No obstante, ven que algunos de sus amigos prácticamente ejercen más de progenitores que de abuelos, más en verano y casi obligados. “Una cosa es ayudar, estar ahí para cuando surgen apuros irremediables y otra cosa es hacer más que los propios padres. Tenemos amigos que atienden a los niños hasta las 8 de la noche y los padres tan sólo se los llevan a dormir; con otros incluso pernoctan habitualmente”, explica la mujer.
Toño, de 77 años, cree que los padres necesitarían más ayuda en este sentido, para poder conciliar y no tener que hacer malabares para pasar el verano, incluso el resto del año cuando por horarios y dependiendo de cada situación familiar es difícil atender a los niños fuera de las aulas. “Todo es muy caro. No hay ludotecas gratis para llevar a los niños mientras los padres trabajan. Entiendo que es desesperante si no tienes a alguien de confianza con quien dejarlos”, declara.
Una gran responsabilidad
Ernestina, de 68 años es abuela de tres nietos: dos gemelos de 4 años y una de 9. Su hija es profesora y está separada de su marido y padre de los menores. “Mi hija tiene bastantes días de vacaciones, por lo que cuando le tocan a ella los niños en esa época, le ayudo algo, pero ella tiene bastante disponibilidad. Sí noto que hago falta más durante el curso escolar para llevarlos y recogerlos del colegio y a mediodía”.
Y continúa refiriendo que para ella es una gran responsabilidad, que en ocasiones los pequeños la agotan, pero que también el vínculo con ellos es mágico y recibe mucho amor por su parte. “Jugamos mucho y eso me hace evadirme de algunas pérdidas familiares recientes que todavía hacen bastante daño. Son mi cura y vitamina”, certifica.
Por el contrario, José Miguel, de 79 años, abuelo de dos niñas de 5 y 6 años, explica que él suele hacerse cargo de la tarea menos compleja. “Mi mujer les hace la comida, se encarga de las siestas o de que duerman por la noche, que repasen algo de actividades, hace galletas o magdalenas con ellos, pero a mí me gusta llevarlos al parque y allí me reúno con mis amigos y charlamos de nuestras cosas mientras nuestros nietos se divierten”, expone.
Disfrutar de la naturaleza
Ambos viven en un pueblo, alejados de la ciudad donde reside su hijo con su mujer. En verano están se van todos al pueblo. Los padres van y vienen según sus horarios laborales. El padre de las niñas es fontanero, autónomo y trabaja según los servicios que realice y la madre es dependienta y cada semana abarca horarios distintos, pudiendo estar libre casi toda la tarde o salir a última hora.
“En verano u otras vacaciones tenemos total disponibilidad, no representa un problema cuidar de los niños. No obstante, generalmente durante el año nos vemos los fines de semana, ni siquiera todos porque los niños suelen ir a bastantes clases particulares y se quedan en el comedor del colegio”, subraya este abuelo.
“Los niños disfrutan mucho en el pueblo, al aire libre, realizando actividades fuera de casa, como montando en bici y en contacto con la naturaleza y los animales. Incluso nos ayudan en tareas de campo: ordeñan las ovejas o dan de comer a las gallinas, así también adquieren responsabilidades fuera de su rutina”, sostiene.
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