En nuestra sociedad siguen escuchándose a diario expresiones como “ayuda” o “favor” sobre todo cuando el padre se hace cargo de alguna tarea del hogar o del cuidado de los hijos. No se habla de responsabilidad compartida. Cuando escuchamos comentarios de este tipo y vemos que amigas, madres o abuelas los refrendan, da la sensación que el tiempo se ha detenido. Y parece que continúa el concepto tan afianzado al subsuelo social: la mujer encargada del hogar y los hijos.
Las mujeres trabajan tanto dentro como fuera de casa. Si se comparte la responsabilidad económica también debe plantearse con normalidad el hacerlo en el terreno de las tareas del hogar y crianza de los hijos. Las tradiciones están para evolucionar con los años, asimismo generarse nuevas normas. Con el lenguaje ocurre lo mismo. Debemos aprender a conceptualizar expresiones justas y claras para el momento y siglo en que vivimos.
Alba Martínez Tallón y Alejandra Sánchez Fuster, psicólogas y directoras del centro Hero Psicología, comparten ideas sobre la relación entre las parejas. Estas van desde aprender a delegar sin sentir culpa y tomar acuerdos propios entre la pareja. Todo esto sin pisar las libertades personales de ninguno de los integrantes.
Responsabilidad compartida en casa y con los hijos
Maite Díaz, psicóloga habla de la familia como un agente socializador de primer orden, transmisor de valores y costumbres para el proceso de crecimiento de los niños. “El modo en que vivimos en la actualidad, tiene mucho que ver con el proceso histórico de emancipación de las mujeres. También con los derechos que hemos ido alcanzando y la transformación de las relaciones en la misma”, afirma Díaz.
La igualdad entre mujeres y hombres ha de incidir en la eliminación de las manifestaciones de discriminación directa o indirecta por razón de sexo. «Es necesario trabajar en la promoción de medidas que eliminen los estereotipos, evitando expresiones o actitudes erróneas como “mi marido me ayuda en…”». El cuidado de los hijos debe afrontarse desde una “corresponsabilidad” entendida como un consenso en la asunción de tareas que ponga en primer plano el desarrollo de las potencialidades del niño. También debe apoyarse en las posibilidades de cada uno de progenitores”, concluye Díaz.
Para Chelo Gandía, psicóloga, es esencial que entre los padres o parejas exista confianza y comunicación a la hora de hablar, decidir, repartir las tareas del hogar o el cuidado de los hijos. “Es básico descubrir las fortalezas de cada uno respecto a diferentes labores, y actuar sin imponer, cuestionar al otro o hacer de algo compartido y bonito, una disputa constante”, refiere la profesional.
“Lo mismo sucede con los hijos”, manifiesta Gandía. “No existe una igualdad como tal, por razón de naturaleza e instinto, esto es, cada parte posee unas condiciones particulares. Lo productivo es buscar un equilibrio e iniciarse como un equipo con distintos elementos que aportar. La pareja debe alcanzar ese punto y trabajar por un mismo fin: delegar, confiar, enseñar y aprender el uno del otro”, añade Gandía.
Actuar como un equipo y comunicarse
Es frecuente que la mujer quiera abarcarlo todo (y acepte la «ayuda») por «falta de confianza” en el hombre o porque considera que ella lo hará mejor. Ellos se ven apartados pudiendo decidir no intervenir. Chelo Gandía remarca que como mujeres podemos llegar a no empatizar con ellos. “Para nosotras la vida cambia cuando llega un bebé a casa, pero a los hombres también les sucede. Hacerles partícipes del cuidado de sus hijos de manera amable y con confianza es encontrar la proporción para criar de manera conjunta”, asegura Gandía.
El quid en la pareja es la responsabilidad, de igual modo que colaborar y escuchar las necesidades y deseos del otro. “Podemos conseguir una unión conveniente para ambos lados desde lo que sabe hacer mejor cada uno, algo que no significa que el otro no lo intente o no lo haga en otros momentos. Esto sucede de un modo natural y con el tiempo, sin imposiciones para que ninguno sufra, incluido el niño”, sostiene Gandía. “Ver las tareas de la casa o la crianza de los hijos como una obligación, imposibilitarán conexiones sanas. Por otro lado, podemos proyectarlo como una forma de cuidar nuestro espacio personal y las relaciones personales forjándose como competencia de todos para alcanzar una armonía común”, prosigue.
A Martínez Tallón le parece que los hombres participan en el cuidado del hogar y de los hijos más que nunca y es algo que las mujeres destacan al igual que su entorno. “Lo que deben mejorarse son las expresiones, hablando de “ayuda” por parte del hombre. Porque algunas mujeres, mantienen la creencia de que el cuidado de la casa y la familia es una responsabilidad en mayor medida de ellas y ellos alivian la carga”, expresa la experta.
Establecer acuerdos personalizados
La vida es rodaje. Las relaciones lo son también. Nacemos para aprender y para lograr con el tiempo y la madurez, gestionar las situaciones del modo más práctico y eficaz, lo que no quiere decir que todo sea perfecto ni deba serlo. Cuando dos personas diferentes se unen para formar una familia lo hacen en lo que se convierte en una empresa donde colaborar a la par. En muchas parejas llega a unirles una persona que depende de ellos y sus decisiones . Por lo tanto, es importante una base de responsabilidad, no de ayuda, remar en la misma dirección y tener en cuenta al otro, aceptando las cualidades de cada uno y utilizándolas en beneficio del resto.
Para las profesionales de Hero Psicología lograr relaciones productivas en la pareja es fruto del conocimiento de las personas más allá de sus roles. “Cuando no se cumple con determinadas tareas “por defecto”, se favorece la trasmisión de sentimientos y pensamientos respecto a algo. Se habla de lo que hace sentir mejor al otro, por ejemplo, en términos de tiempo y horarios, en lo que cada uno se encuentra más cómodo, y entre ambos se alcanzan acuerdos personalizados donde no debe entrar nadie más”, afirma Martínez Tallón.
No hay normas y comparaciones oportunas cuando se habla de seres individuales con modos de existir opuestos al de otros. Puede así abandonarse la idea de «ayuda» o «favor» por parte del hombre/padre a la mujer/madre. “Para cada individuo funcionará un tipo de reparto de labores y organización en la casa distinta. Sin embargo, lo importante es que se trata de decisiones y responsabilidades meditadas y maduradas de un modo sosegado, respetuoso y consciente”, remata Sánchez Fuster.
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