Existe una gran relación entre el apego en los primeros años del niño y la posible resiliencia futura. “Todos los padres queremos que nuestros hijos crezcan sanos, felices y seguros. Queremos que tengan la oportunidad de convertirse en personas adultas autónomas e independientes, con habilidades suficientes para enfrentarse a las dificultades de la vida”, introduce Sara Tarrés, psicóloga infantil.
John Bowlby, psicoanalista británico, definió la Teoría del apego, actualmente la teoría más aceptada en las facultades de psicología y psiquiatría. En los años 50, los resultados de un trabajo que desarrolló, evidenciaban que si el vínculo del bebé con la madre falla, podría llegar a desarrollar una serie de problemas a nivel psicológico. En la actualidad, las ideas están más definidas. No puede erigirse a la madre como la responsable principal y única en los hipotéticos problemas futuros del niño.
Gracias a autores como J. Bowlby, Mary Ainsworth o Harry Harlow se sabe que el bebé necesita estar con su madre, sintiéndose protegido y cuidado por ella. Los padres -especialmente las madres-, han de sentirse arropadas en la crianza de sus hijos, por el entorno y los profesionales que las acompañan. No se las debe cuestionar constantemente, ni abrumarlas con consejos no requeridos.
Si la madre está “vulnerabilizada” y no se encuentra en condiciones psicoemocionales óptimas, el niño sufrirá también. “Estadísticamente las madres son quienes se encargan de los hijos. La madre es la primera que debe dar seguridad al niño. Si el entorno seguro protege al niño, el colegio (por ejemplo) será una aventura, un pequeño miedo que podrá afrontar”, declara en una profunda entrevista para BBVA Aprendemos juntos, el Dr. Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra y docente en la Universidad de Tolón. Es especialista en la Teoría del apego y autor de 18 libros, entre ellos, “Psicoterapia de Dios”.
Capacidad de resiliencia
La resiliencia es la capacidad de algunas personas de hacer frente a la problemática de la vida, superarla y continuar. En el caso de los niños que han sufrido situaciones complicadas, el contar con alguien que les añade seguridad y arropo en sus vidas, alguien con quien presentan un vínculo seguro, les hace resilientes. Por lo tanto, hay niños con infancias muy duras, que logran hablar con optimismo y asegurar encontrarse bien psicoemocionalmente.
“En psicología se usa el término “resiliencia” como la capacidad del ser humano para reponerse de una situación traumática, no solo transitando dicha adversidad, sino aprendiendo y saliendo fortalecido de ella”, manifiesta Raquel García, psicóloga sanitaria.
“La resiliencia se forma desde la infancia –es importante adquirirla sobre todo los primeros años-, asociándose al desarrollo de la misma factores como las características genéticas y adquiridas en un proceso complejo. Uno de los factores que juega un papel fundamental en el desarrollo de la resiliencia, es el entorno seguro en el que poder desarrollar estrategias de afrontamiento”, revela la experta en psicología sanitaria. Y para García, este concepto, “surge de la interacción entre el niño y su entorno, favoreciendo en su desarrollo el establecimiento de vínculos afectivos seguros que le permitan crear sus límites con el apoyo social”.
Jorge Barudy es un terapeuta familiar, especializado en el estudio de la resiliencia y representante y creador del paradigma de los “buenos tratos”. Resulta representativa la obra escrita junto con Maryorie Dantagnan, psicóloga, “Los buenos tratos a la infancia” (Gedisa, 2005). Para Barudy, existen dos tipos de resiliencia: La primaria, aquella que otorgan los primeros cuidadores y la secundaria, la que puede desarrollarse posteriormente.
Los “malos tratos” reducen la confianza
“Los niños que han sufrido condiciones adversas y traumas, no están abocados a desarrollar trastornos mentales en la vida adulta. Como Jorge Barudy nos ha demostrado, la resiliencia secundaria es posible, si disponemos a los niños de entornos y personas afectivas y solidarias”, manifiesta José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo clínico formado en psicoterapia infantil, autor de “Guía para el apoyo educativo de niños con trastornos de apego”. Dirige el blog «Buenos tratos», de la Red Apega de profesionales. Trata el trauma infantil, el apego y la resiliencia. Según el experto, otras personas que pasen por la vida del niño pueden ser el empuje para superar el trauma.
Gonzalo Marrodán también clarifica la importancia del apego y señala la necesidad de cimientos firmes para una base segura: “El apego seguro si usamos una metáfora, sería como los cimientos del edificio. El fundamento para estar y ser en el mundo. Las personas afectivas y solidarias que encuentran al niño y con las que puede vivir el afecto y la seguridad, serían como los arbotantes de las catedrales o las construcciones que se sujetan por un juego de fuerzas. Sostienen al niño todo el tiempo que necesite hasta que pueda interiorizar la seguridad”. “Estudios como los de Werner han demostrado que la aceptación incondicional por parte de un adulto durante el desarrollo (familiar o no), es un factor que previene el desarrollo de trastornos mentales futuros”, añade.
“Muchos niños que sufren importantes carencias afectivas, tienen como consecuencia directa un incorrecto desarrollo de la confianza en sí mismos y en los demás, entre otros déficits cognitivos, afectivos y emocionales”, adiciona la experta en psicología infantil, Sara Tarrés.
Estilos de crianza
“El estilo de crianza, más o menos sobreprotector, autoritario, permisivo o negligente, tiene un peso fundamental en la construcción de la personalidad de nuestros hijos. Esto es, en su autoestima, autoconcepto y seguridad en sí mismos, más que los genes que heredan, que poco o nada dicen de quienes van a ser en un futuro”, asevera Tarrés.
El experto en psiquiatría, aclara que “segurizar” a los niños es crear un apego: “El amor es fiebre, es ardor, es flamante. Está separado de la realidad. El apego se construye a diario, en la forma de sonreír, de comunicarse con los hijos. Apego no es amor. Lo que crea la seguridad en el niño es ese vínculo que se va tejiendo día a día, palabra a palabra y desayuno a desayuno.”
Profesionales, como es el caso de los psicólogos, pueden tener que hacer un trabajo de restablecimiento del apego perdido en niños y padres. Se les recomienda un conjunto de actuaciones, entre ellas:
- El cuidado y el apego.
- La resiliencia.
- Los vínculos.
- Los apoyos a los padres.
Para prevenir problemas mentales en los pequeños, es esencial no olvidar a los cuidadores principales, brindándoles apoyo a nivel emocional. Como se ha dicho, son muchas las personas resilientes, supervivientes de traumas en su edad adulta. Sin embargo, no hay garantía de éxito, pues cada persona es única y reacciona de un modo diferente.
Problemas afectivos en un entorno seguro
“Vivir un trauma o carencia afectiva puede afectar al desarrollo neurológico del niño. En un trauma se sufre, pero si lo representamos y estamos bien rodeados y con apoyo, sufrimos en lo real pero no en la representación de lo real”, asegura el Dr. Cyrulnik. “Durante un trauma el cerebro se apaga. En el sufrimiento o adversidad, no”, subraya el neurólogo.
Un niño que haya sufrido maltrato o haya vivido en la adversidad, puede sobrevivir en adecuadas condiciones psicológicas, si se le apoya. “Si se crece fortalecido, se consigue ser más fuerte y se sufre menos en la vida”, subraya el Dr. Cyrulnik.
“Para que una criatura pueda llegar a desarrollar todo el potencial con el que nace es necesario que lo haga en un entorno donde se le acoja con amor y respeto. Debe protegérsele y a la vez estimularle a explorar el mundo y permitirle ser quien es sin miedo”, asegura Sara Tarrés. “Para ello es preciso que desarrolle un apego seguro siguiendo la Teoría del apego de Ainsworth y Bowlby. Ahí se describe a una madre (principalmente) que está disponible, responde afectuosamente a los llantos y necesidades de su bebé sin verlas como un tipo de manipulación o molestia”, incluye.
El Dr. Cyrulnik certifica que los niños finlandeses con tan solo 15 años, superan con medalla de honor las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment) de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Esto se traduce en que se les enseña jugando y dándoles confianza. Algo diferente en Oriente, donde se habla de maltrato en este sentido. Allí se sigue la ley del sprint.
Ralentizar y educar desde la calma
Tarrés suscribe y da valor a los conceptos que el neurólogo aporta en su entrevista, en cuanto a lo que preparar y proteger al niño suponen. “Todo pasa por “`ralentizar´ y aprender a divertirse para descubrir el arte de vivir” (Boris Cyrulink). Hay que dejar de ocupar a los niños con actividades extraescolares y poner el freno en vidas que van a toda prisa y donde se esprinta para pasar tiempo con ellos. La idea esencial es que los padres debemos preparar a los niños para el camino y no a la inversa”, declara la experta en psicología infantil. “De esta forma, los niños saldrán exitosos de las adversidades, construyendo un ajuste psicosocial positivo hacia sí mismos y su entorno”, apostilla Raquel García.
“Ofrecer una crianza desde la calma y en la calma es fundamental para crear un espacio seguro donde fluya la confianza. Desde luego, todo un reto en la cultura occidental donde se premia la rapidez en lograr los resultados y la no espera”, confirma García.
En palabras de Tarrés: “El exceso de protección que algunas familias ejercen sobre sus hijos por miedo a que les ocurra algo malo puede tener los mismos efectos sobre su autoestima y seguridad”. Y cita una conclusión del Dr. Boris Cyrulnik: “Si hemos sido abandonados tenemos miedo de todo. Y si hemos estado demasiado protegidos, también, porque no tenemos confianza propia”.
Es primordial para el niño sentirse querido y parte importante de sus cuidadores en los momentos de mayor inseguridad y temor. “Desde la cuna hasta la tumba, somos más felices cuando la vida está organizada como una serie de excursiones, largas o cortas, desde la base segura provista por nuestras figuras de apego” (John Bowly).
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