A la hora de criar como familias es importante seguir pautas que se alejen del autoritarismo y los excesos. El autor de ‘La belleza de vivir’ (Editorial Ciudadela), Luis Gutiérrez Rojas, licenciado en Medicina y Cirugía, especializado en Psiquiatría, sugiere algunos aspectos para afrontar la crianza con optimismo y educar a los niños con humor, amabilidad y una actitud más relajada ante los problemas y situaciones más complicadas del día a día. Entre otros puntos, G. Rojas, además docente y conferenciante, asevera que con los hijos lo ideal sería ‘desdramatizar y separar lo urgente de lo importante’.
‘La belleza de vivir’ es el primer libro de Luis Gutiérrez Rojas; una obra que invita al lector a reflexionar e interiorizar que para ser feliz es necesario aceptar el dolor y las dificultades que suma nuestra existencia. El doctor en Psiquiatría repasa aspectos como el agradecimiento, la generosidad, el humor, el autocontrol o el amor.
Atender conscientemente
G. Rojas, padre de seis hijos, aclara que, para vivir en un mundo sin distractores, principalmente hemos de plantearnos no hacer todo al mismo tiempo. Los niños, según el experto, se molestan, si observan que sus padres les hacen ver que les están dedicando tiempo, pero al mismo tiempo, atienden también al trabajo. “Este hecho causa que no hagamos bien ninguna de las dos cosas y los niños tienen la sensación de que no estamos pendientes de ellos. Debemos saber organizarnos y frenar. Hoy con los móviles y correos electrónicos se hace difícil parar, pero conviene decidir que a partir de cierto momento en la jornada se termina el trabajo de oficina y la prioridad y exclusividad se enfoca a la familia. Incluso, podemos hacer el ejercicio de apagar el móvil que claramente es lo más sano. Así se logrará un tiempo de calidad con los niños donde se ven y sienten atendidos y comprendidos”, sostiene el psiquiatra.
El autor de ‘La belleza de vivir’ afirma que como padres se perjudica a los niños cuando perciben angustia y añade que un padre o madre angustiado/a tiene más posibilidades de tener un hijo angustiado. “Aunque lo pasemos mal hemos de intentar que ellos no sean nuestro paño de lágrimas. En ocasiones, pueden ver situaciones que no van a saber gestionar o solucionar. No han de llevar a hombros la angustia que nosotros podemos tener”, aclara G. Rojas.
Educar con sentido del humor significa tener una mirada alegre y amable
Respecto a cómo educar con humor y optimismo, el médico recalca que con ‘sentido del humor’ no quiere expresar ‘reírse de todo’ porque los niños pueden sentirse despreciados si no se le da la suficiente importancia. No obstante: “se trata de tener una mirada alegre, amable, optimista, relativizadora, donde uno pueda aceptar la realidad como es, sin exageraciones, angustias, ni obsesiones o repeticiones. Es preciso evitar palabras fuera de la realidad como SIEMPRE o NUNCA, esto es: ‘nunca he sido feliz’, ‘jamás me pondré bien’ y lanzar mensajes como: ‘¡qué suerte tenemos!’, ‘¡qué guapo eres!’, ‘¡todo va a ir bien!’… Hemos de disfrutar de las pequeñas cosas que llegan cada día”, describe el escritor.
El psiquiatra subraya que el que nuestro discurso este lleno de estas distorsiones cognitivas exageradas y pesimistas potenciará que los hijos tengan ese mismo estilo de comunicación y lenguaje. “Si queremos generar un ambiente más agradable en el hogar tenemos que conseguir que nuestro sermón para afrontar dificultades y problemas también esté basado en un conocimiento optimista u homogéneo de la realidad, sin caer en absurdeces. Ni todo es maravilloso ni todo es horrible. En base a esta premisa en el futuro nuestros hijos podrán adoptar actitudes basadas en la confianza, esperanza y felicidad”, concluye el doctor.
Estar disponible como padres
Leticia Garcés Larrea, pedagoga, experta en Inteligencia Emocional, apunta que en el hogar hay que generar un clima poco tenso y facilitar que se pueda hablar de todo lo que suceda. “Para enfrentar un error o hablar de algo doloroso, con el humor será más fácil. De igual modo, cuando hay que relatar una anécdota desagradable, contarla como si no hubiera sido para tanto lo hará más llevadero. Y si hay que debatir un tema donde se enfrentan opiniones contrarias, terminar la conversación con humor a tiempo, será priorizar el amor por encima de querer tener la razón”, declara la experta en educación.
La profesional, con estudios de Neuroeducación y Psicología positiva, autora de ‘Padres Formados, hijos educados’ (Editorial Creados) asegura que para educar a los hijos con humor hay que obviar:
- Interrogar cuando se buscan respuestas, con estar disponible es más que suficiente: Como padres tenemos preguntas, queremos saber qué tal en la escuela o cómo llevan el estudio, pero pocas veces acertamos con el momento donde coincide que ambos estamos preparados para una conversación. El peor momento para hablar de temas esenciales con ellos es justo cuando llegan de la escuela y el mejor sin duda alguna es en la noche, antes de dormir, a veces cuando más cansados estamos.
Dejar al hijo expresarse
- Interrumpir una conversación para corregir: En ocasiones, los niños nos están contando algo que ha sucedido en clase y utilizan una mala expresión. Como padres entramos en automático para decir ‘no digas palabrotas’ por ejemplo, y a partir de ese momento, ya no siguen hablando. A nadie le gusta que le corten bruscamente cuando se está expresando. Por supuesto que los niños tienen que aprender habilidades comunicativas, pero hay que priorizar, en ese momento lo importante es que están expresando y confiando en nosotros para compartir algo.
- Presionar más de la cuenta: Cada hijo vive su propia adolescencia. Algunos adultos creen que todos van a ser rebeldes, impulsivos, desordenados y vagos. Es posible que sus prioridades cambien y su cerebro también y que por eso no le den tanta importancia a todo lo que tiene que ver con la convivencia familiar. Su mayor interés en esa etapa es formar parte de un grupo de iguales. Hemos de ayudarles a que se integren bien en un grupo social porque ahora nos siguen necesitando, aunque de otra manera.
- Hablar mal de ellos ni exponerles públicamente: Puede que, como progenitor haya conductas que no te gusten y hasta te disgusten, pero nadie tiene por qué saberlo. Su imagen no tiene que dañarse desde casa. Nada de lo que hacen es determinante. Por lo tanto, no es bueno para su desarrollo que su intimidad sea violentada.
Poner límites
- Castigar, cuando lo que necesitan son límites: Llegando a la adolescencia vemos que muchos comportamientos que tenían en la infancia han mejorado, pero, no gracias a los castigos sino a pesar de ellos. Como adolescentes necesitan más presencia, supervisión, límites y alguien que les ponga normas. Nos dedicaremos a tomar decisiones que, aunque no les gustan, sí les protegen.
Para educar convenientemente como padres hemos de revisarnos y atender aquello que precisa corregirse. Y el humor también hemos de practicarlo. “Un ejercicio muy recomendable es transformar algunos pensamientos que se instalan en nuestra mente y que nos impiden ser optimistas. Por ejemplo, ante la frase: ‘si pega con cinco años, ¡cómo será con quince!’, podemos decirnos: ‘menos mal que de aquí a los quince tengo intenciones de estar junto a mi hijo y ayudarle, por lo que espero que interiorice muchos buenos comportamientos y valores’. Frases de este estilo ayudan a tener más confianza en el futuro”, remata Garcés Larrea.
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