fbpx
No Result
View All Result
Newsletter
Woman Essentia
  • Inicio
  • Punto de Vista
    • Woman Essentia
    • Opinamos
    • Actualidad
    • Encuestas
  • Personas
    • Protagonistas
    • Familia y Educación
    • Hicieron Historia
    • Jóvenes
    • Trabajando en Primera Persona
  • En Armonía
    • En armonía
    • Cocina
    • Deportes
    • Salud y Belleza
    • Moda
    • Viajar
  • Del presente al futuro
    • Ética
    • Mundo económico
    • Aprendemos
    • Transformación Digital
    • Tecnología
  • Arte y Cultura
    • Arte
    • Cine y Series
    • Libros
    • Relatos y Cuentos
    • Excelencia Literaria
    • Escuchando
    • Un poco de Historia
  • Un mundo mejor
  • Inicio
  • Punto de Vista
    • Woman Essentia
    • Opinamos
    • Actualidad
    • Encuestas
  • Personas
    • Protagonistas
    • Familia y Educación
    • Hicieron Historia
    • Jóvenes
    • Trabajando en Primera Persona
  • En Armonía
    • En armonía
    • Cocina
    • Deportes
    • Salud y Belleza
    • Moda
    • Viajar
  • Del presente al futuro
    • Ética
    • Mundo económico
    • Aprendemos
    • Transformación Digital
    • Tecnología
  • Arte y Cultura
    • Arte
    • Cine y Series
    • Libros
    • Relatos y Cuentos
    • Excelencia Literaria
    • Escuchando
    • Un poco de Historia
  • Un mundo mejor
No Result
View All Result
Woman Essentia

Libertad, miedo me das

www.miguel aranguren.com

Miguel Aranguren por Miguel Aranguren
15 noviembre, 2020
en Opinamos
0
0
Home Punto de vista Opinamos
Compártelo en FacebookTuitéaloPublica en Google Comparte en LinkedInCompartir en PinterestCompartir por WhatsappEnviar por mail

Deberíamos empezar a reconocer que en España no sabemos ser libres, por más que se nos llene la boca –como la de una ballena que se da un atracón de plancton– al echarle soltura al uso de toda la familia de ese grupo de palabras cuya matriz define la característica fundamental de la conciencia y de la convivencia. No, la libertad privada y la libertad pública no se ganan ni se ejercen solamente con el derecho al voto, como tanto nos insisten. No, el ejercicio de la libertad apenas tiene que ver con la elección de una papeleta para designar los candidatos a calentar cualquiera de las tribunas públicas que cuajan nuestro país: parlamentos y senados, cámaras y generalidades, diputaciones y ayuntamientos, cabildos y salas de alterne que se aprietan hasta reventar mi libertad, la de todos, con cargos públicos que se aprovechan de nuestra apatía una vez dejamos el sobre en la urna, para arrogarse un espacio –el nuestro, el de los nuestros– que ni les hemos entregado ni, por puro sentido común y por puro espíritu de supervivencia, les corresponde.

Cuando me animo a hacer –a vuelo de ave– un recorrido por los años de nuestra democracia, me invade cierto espíritu de derrota. Fuimos, antes de la aprobación de la Constitución que nos rige, un pueblo en extremo controlado porque desde tiempo inmemorial nos engatusa la bastarda paternidad de quienes mandaron en cada etapa de nuestra Historia. Los mandamases se aprovecharon de nuestra pobre formación política, social, artística y económica para darnos gato por liebre, es decir, control político, intervencionismo descarado, allí donde debe reinar la responsabilidad individual y colectiva, el libre albedrío que tanto miedo nos da.

Los pastores recogen el ganado vacuno, equino, lanar, porcino… que pace y hoza en grandes fincas, en montes cerrados y en campos sin límites, una o dos veces al año para someterlo a un proceso de saneamiento y control. Da gusto ver cómo esos profesionales conducen a las reses hasta mangas y correderas, cómo las pasan de un corral a otro, cómo separan a los ejemplares en cajones donde les arrean el jeringazo correspondiente, les engarzan un crotal, les marcan con el hierro candente que los identifica. Pues lo nuestro no es muy diferente: a cada poco nos conducen a los colegios electorales para que sigamos balando el mantra de que el poder reside en el pueblo.

De ser cierto que en el ejercicio de nuestra libertad entregamos la gestión de las reglas elementales de convivencia a unos representantes públicos, los últimos cuarenta y dos años no deberían ser la narración del control ideológico del país a interés de parte. De ser cierto que sabemos ejercer con responsabilidad el don de la libertad, nuestra Historia inmediata no sería un juego de la oca en el que uno de cada tres casilleros es una cesión irrevocable al Estado de un derecho que es exclusivamente del individuo.

Quiero ser libre, protegerme de tantas malas intenciones exigidas a golpe de ley, evitar la instrucción estatal, impedir la violación de la inocencia de los niños con la perversión de los patólogos del sexo a cuenta del erario público; quiero que los míos aprendan en castellano, hablen un correcto castellano, lean en castellano, se eduquen en castellano y no en el complejo capador de los nacionalistas extorsionadores.

La llamada Ley Celaá es la última ofrenda de nuestra libertad al demonio del intervencionismo, pero no será, ni mucho menos, la última. Si nos sentáramos a entender su espíritu, caeríamos en la cuenta de que los padres engendramos a nuestros hijos para el servicio y la nutrición del monstruo del Estado. Detrás de la afirmación de la ministra <<los hijos no pertenecen a los padres>>, se asienta esta extrañísima condena que vamos comprando a golpe de votos. Los padres somos, a ojos de la ley, meros fecundadores obligados a entregar la conciencia y la formación de nuestros hijos a un sistema que decide qué, dónde, cuándo y cómo van a aprender los niños para que se configuren a la medida de los criterios ideológicos que permiten una esclavitud repugnante.

Los españoles no sabemos ni queremos ser libres, pues renunciamos a formar a los hijos a la medida de nuestro criterio. Es este gobierno, que ha salido de las urnas y de los pactos más canallescos, el que ejerce la paternidad. ¿Cómo debemos calificar una ley que dificulta la elección del centro educativo que quiero para mis hijos, que me insulta y proscribe por haber escogido la educación diferenciada, que me hace pagar el adoctrinamiento oficial a la vez que me obliga a renunciar a mi derecho de percibir las ayudas que me corresponden para educar a mis menores? Quiero ser libre, protegerme de tantas malas intenciones exigidas a golpe de ley, evitar la instrucción estatal, impedir la violación de la inocencia de los niños con la perversión de los patólogos del sexo a cuenta del erario público; quiero que los míos aprendan en castellano, hablen un correcto castellano, lean en castellano, se eduquen en castellano y no en el complejo capador de los nacionalistas extorsionadores.

Si no nos diera tanto miedo ser libres, hace tiempo que los gobernantes se dedicarían exclusivamente a garantizar lo común, la protección de los débiles y el correcto funcionamiento de los servicios públicos. Pero tenemos miedo a un Estado feroz al que cada cuatro años damos oxígeno con nuestros votos.

¿Te gustaría recibir notificaciones sobre este artículo de nuestra revista?

Eliminar suscripción
Artículo anterior

La importancia de ser padres y no solo pareja

Artículo siguiente

La Ley Celaá, sin consenso y en las sombras

Miguel Aranguren

Miguel Aranguren

Miguel    Aranguren    (1970),    es    uno    de    los    novelistas contemporáneos  que  ha  publicado  a  más  temprana  edad  (su primer  libro  apareció  en  la  editorial  Espasa  cuando  acababa  de cumplir   diecinueve   años)   y   uno   de   los   articulistas   más incipientes  del  periodismo  español  (firmó  su  primera  columna de opinión, en El Mundo, a los veintitrés)

Relacionados Entradas

De normas, gestores e ineficiencias
Opinamos

De normas, gestores e ineficiencias

En cualquier organización, comunidad o país debe haber unas normas que constituyen su columna vertebral, la base del sistema. Teniendo...

por Ángel Baguer Alcalá
23 febrero, 2021
96
El largo secuestro
Opinamos

El largo secuestro

Me sobrecogen los relatos de aquellas personas que han sufrido un secuestro. Claro que para que lo relaten, el secuestro...

por Miguel Aranguren
16 febrero, 2021
121
Decir no
Opinamos

Decir no

Hay a quien le cuesta decir “no”. Es una realidad que conozco porque yo misma tuve que superar ese miedo...

por Estefanía Muñíz Villa
10 febrero, 2021
82
Artículo siguiente
La Ley Celaá

La Ley Celaá, sin consenso y en las sombras

Discussion about this post

Suscríbete a nuestra Newsletter

Facebook Twitter LinkedIn Pinterest Instagram YouTube RSS

Woman Essentia

  • Quiénes somos
  • Contacto
  • Colabora con nosotros
  • Publicidad
  • Politica de Privacidad
  • Política de Cookies

Blogs Essentia

  • Tu look habla
  • El blog de Miguel Aranguren
  • Mis ideas cotidianas
  • Empezando desde SEO
  • El blog de Lourdes Ojeda

¿Sobre qué quieres leer?

  • Actualidad
  • Aprendemos
  • Arte
  • Arte y Cultura
  • Cine y Series
  • Cocina
  • Deportes
  • En Armonía
  • Encuestas
  • Ética
  • Excelencia Literaria
  • Familia y Educación
  • Hicieron Historia
  • Jóvenes
  • Libros
  • Moda
  • Mundo económico
  • Naturaleza, Ciencia y Tecnología
  • Opinamos
  • Protagonistas
  • Punto de vista
  • Relatos y Cuentos
  • Salud y Belleza
  • Trabajando en Primera Persona
  • Transformación Digital
  • Un mundo mejor
  • Un poco de Historia
  • Viajar
  • Woman Essentia

Contenidos

  • Personas
  • Del presente al futuro
  • Arte y Cultura
  • Salud y Belleza
  • Solidarias

Newsletter

© 2019 WomanEssentia

No Result
View All Result
  • Portada
  • Personas
  • Salud y Belleza
  • Del presente al futuro
  • Arte y Cultura
  • Solidarias
  • Blogs Essentia
  • Punto de vista

© 2019 WomanEssentia

Welcome Back!

Sign In with Facebook
OR

Login to your account below

¿Has olvidado la contraseña?

Create New Account!

Fill the forms below to register

*Al registrarte en nuestro sitio web, entendemos que has leído y aceptado nuestraPolítica de privacidad.
All fields are required. Log In

Retrieve your password

Please enter your username or email address to reset your password.

Log In
Suscribete

Ediciones Essentia SL gestiona esta página web y utiliza cookies y tecnologías similares (en adelante "Cookies"). Algunas Cookies son necesarias para hacer accesible esta página. Otras Cookies nos permiten analizar y medir las audiencias y el tráfico de la página web. Las Cookies también son utilizadas para mostrar publicidad que es más relevante para sus intereses ("Cookies Publicitarias basadas en intereses"), tanto por nosotros como por anunciantes y otros socios. Puede pulsar en el enlace "Panel de Cookies" más abajo para revisar el tipo de Cookies que usamos tanto nosotros como terceros que pueden instalar Cookies publicitarias basadas en intereses en esta página. Puede ajustar sus preferencias de Cookies en cualquier momento utilizando el Panel de Cookies. Para continuar en la página web sin Cookies Publicitarias basadas en intereses, pulse en el botón "X" en la esquina superior de este mensaje. Para aceptar el uso de Cookies Publicitarias basadas en intereses en esta página web pulse "Acepto" más abajo. Política de Cookies.