El buen hacer político no se improvisa y esta tragedia no ha borrado el ambiente de crispación que sufre España desde hace años. Excepto honradas excepciones, la administración central y la autonómica –gobernadas por partidos opuestos– no han sido capaces de evitar reproches y ajustes de cuentas.
Pero por encima de esto, sí ha destacado el papel de muchos ciudadanos que, por su cuenta o agrupados, se han centrado en lo importante: ayudar a las víctimas.
Todos hemos visto las escenas estos días: miles de voluntarios que, pala en mano, recorrían kilómetros a pie para quitar el barro o ayudar en lo que hiciera falta.
Las fuerzas se han centrado en recuperar cuerpos, pero hay personas que tienen su bajo inundado, a un familiar en casa con neumonía que no han podido sacar, que tienen una tía en el quinto piso que no ha podido salir o que están pasando hambre. A esas personas está llegando solo la ayuda particular.
La ola de solidaridad y el apoyo de los voluntarios es clave no solo en el aspecto material, sino en la ayuda a las víctimas desde el punto de vista psicológico. Así lo afirma en una entrevista en ACEPRENSA el psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas: “En este tipo de catástrofes es fundamental el acompañamiento a las víctimas y lo primero es estar con ellas, acompañarlas y escucharlas. Lo que necesitan es consuelo y compañía, no que les demos un pack de consejos o una solución, que además muchas veces no existe. Las víctimas, muchas veces, se sienten solas. Por eso, aunque desde el punto de vista material la ayuda que puede prestar un voluntario con un cepillo quitando lodo es muy pequeña, desde el punto de vista psicológico vale mucho”.
Al hablar del acompañamiento a las víctimas, Gutiérrez Rojas afirma que, después de este primer momento de escuchar y acompañar, es importante trabajar la relación de las víctimas con el causante del dolor. Y, en este caso, es muy diferente si el agresor es una persona –como en el caso de un atentado terrorista– o si, como en este caso, es un imponderable. “Cuando sufrimos, siempre hay un mecanismo psicológico de buscar culpables y que ese culpable pague. Pero hay que tener en cuenta que, en situaciones como esta, y al margen de responsabilidades, si has perdido a un ser querido por una catástrofe, nada te lo va a devolver.
“La gran pregunta de la víctima es ¿por qué?: ¿por qué me ha pasado a mí? –explica Gutiérrez Rojas–, y es una pregunta que no tiene respuesta o, mejor dicho, las respuestas entran en otro plano. Son respuestas más trascendentes, porque en el fondo, el interrogante es sobre el sentido del dolor, del mal, del sufrimiento”.
Gutiérrez Rojas concluye que el cristianismo responde bien a este tipo de preguntas y que otras corrientes filosóficas ideológicas también intentan resolverlas.
Artículo publicado anteriormente en El Diario de Madrid
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