¿Es la mentira un pecado VIP? Si por el uso que le damos a la mentira tuviésemos que calibrar su importancia, sin lugar a duda, entraría directo en el ranking de «pecados VIP».
La mentira alberga matices. Por ejemplo, podemos hablar desde mentiras explícitas hasta verdades a medias, o de silencios que ocultan verdades.
La mentira posee infinitas formas y variedades, unas más graves que otras, pero en lo que todas ellas convergen es en la realidad de que no se dice la verdad. Por la razón que sea, como la recurrente «mentira piadosa».
Me viene a la memoria una conversación distendida con otra madre, quien hablándome de sus hijos me decía entre risas «¡y los muy tontos se creen que me engañan!»
Es difícil colarle un gol a una madre
Pensando en los míos, recuerdo más de una situación,-hablemos solo de las cómicas-, en las que he puesto cara de póquer por no decir lo que pienso, esto es, «qué bobo eres, a mí no me engañas».
¿Es la mentira un pecado VIP? Desde luego no voy a entrar en la definición teológica ni es éste el lugar para ello. No, más bien quiere ser un canto al candor de todos los infantes del planeta.
También hay que dejarlos crecer y equivocarse, después maduran y confían y el índice de mentiras disminuye exponencialmente.
Si vamos a los adultos, el tema se hace menos divertido… dejemos a los adultos con sus adulteces y allá se las compongan.
Supongo que todos guardamos en el recuerdo anécdotas simpáticas donde nuestros hijos nos han querido dar gato por liebre, momentos donde los adultos parecemos un poco lerdos y donde ellos han pensado que el mundo les pertenecía.
Experiencias personales
Siendo un poco más adulta que una niña y más pequeña que una mujer, tuve mis problemas con la vida y la humanidad en general. Aquello me llevó a lo otro y finalmente… tres días de expulsión del cole.
8.am.
-Mi madre: Buenos días… ¿tienes algo que contarme?
¿Qué clase de pregunta es esa para un lunes por la mañana?
-Y yo… nada, tengo prisa, pierdo el autobús.
Y quise salir por la puerta, pero ¿quién dijo que todas las mentiras tienen final feliz?
Obviamente mis padres estaban al tanto de mis desventuras y sólo estaban dándome la oportunidad de decir la verdad. Desaproveché la ocasión. Menos mal que de los errores se aprende ¡Menos mal!
¿Es la mentira un pecado VIP? Por su uso y abuso, la respuesta es sí
Está muy bien y es deseable animar a los hijos desde la más tierna cuna a que sientan confianza con nosotros, y digan la verdad sin temor a un castigo o a una salida de tono.
Recuerdo las palabras de un filósofo que a mi me hicieron mella:
«Estamos obligados a creer en nuestros hijos incluso aunque sepamos que nos han mentido. Deben sentir que les creemos»
Mientras no sea el fin del mundo, digo yo que mirar de vez en cuando hacia Poniente tampoco puede desembocar en la tercera guerra mundial ¿no?
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: