Estamos en primavera, por fin llega el calorcito, el sol y los olores que nos recuerdan el comienzo del verano, y sin querer, y aunque todavía quede un poco lejos, lo relacionamos con las vacaciones. Días más largos, y ¿por qué no? más tiempo para leer.
Sigo siendo adicta al papel, me encanta subrayar las frases que me gustan y poner una nota de color flúor en la página más interesante, no lo puedo remediar.
A veces paso de largo a propósito por las librerías, ya que una vez dentro, la atracción de algunos títulos, o portadas, hace que no tenga más remedio que ojear las sinopsis, y sin darme cuenta, estoy en la caja pagando.
Suelo llevar un libro en el bolso, para no aburrirme esperando a que terminen las clases de actividades extraescolares, o en la consulta del médico.
Esta es una herencia paterna, que espero pase a mis hijos, a los que atiborro cuando llega la oportunidad, o cuando descubro algo interesante para sus edades. Creo que algún amigo que otro, no tendrá un buen recuerdo de esta madre que escribe ya que, en la mayoría de las ocasiones, es decir en los cumpleaños, caía un libro, eso sí, elegido personalmente y original. Tengo que decir, que en casa no se ha leído mucho a Harry Potter, ni novelas de vampiros, y por su puesto a mis hijas, cuando crezcan, no las regalaré Federico Moccia. Hay tantos libros interesantes…
El verano es la época donde aprovecho para leer de forma más continuada, ya tengo varios libros preparados. Los horarios más flexibles hacen que saque más tiempo para este vicio que hace volar la imaginación.
Pero lo mejor de la lectura es que no pasa de moda. Es cierto que cuando se edita un libro nuevo y tiene éxito todo el mundo lo demanda, pero la ventaja es que los libros son intemporales. Solo tienes que transportarte al momento y lugar, y la imaginación hace su papel . Cualquier libro que no hayas leído es nuevo, y puedes aprender algo más, sobre todo si tienes tino con la elección, porque algunos han terminado en la basura. Si un libro no aporta nada, sino que des-aporta, lo archivo en ese lugar.
Uno de mis libros preferidos es Un árbol crece en Brooklyn, fue un gran éxito en la década de los años 50 en EEUU, que convirtió a su autora en internacional.
Narra la niñez y adolescencia de una niña americana hija de emigrantes (una situación que se sigue de actualidad) y las cosas que ocurren en su familia y su vida durante este periodo. Como sobreviven pese a su situación bastante complicada en una época también muy complicada. Su protagonista, Fracine Nolan, una pequeña gran lectora, cuyo sueño es ser escritora, va creciendo a través de las páginas del libro.
A veces relacionamos objetos, personas, melodías o lugares con sensaciones, el recuerdo que tengo de este libro es la sensación de tranquilidad. La forma y el ritmo en el que se van desarrollando sus vidas y afrontan los acontecimientos. Descubrir la belleza de las cosas pequeñas y sencillas, incluso cotidianas que son la base de la vida y que todos tenemos al alcance de la mano.
Una frase ….
“Hay que mirarlo todo como si fuera la primera o la última vez, así tu paso por la vida estará completo de dicha”.