¿Cómo funciona la inteligencia artificial? ¿Debemos tener miedo de ella? ¿Es posible una inteligencia artificial ética? Estas son algunas de las cuestiones que Juan Ignacio Rouyet Ruiz (Madrid, 1967) plantea en «Estupidez artificial. Cómo usar la inteligencia artificial sin que ella te utilice a ti». Una obra cuyo principal objetivo es ayudar a los lectores a reflexionar acerca de un fenómeno que, por su envergadura y consecuencias, va mucho más allá de lo tecnológico.
Rouyet, Doctor en Informática e Ingeniero de Telecomunicaciones, pero, sobre todo, humanista, empezó a dar forma a esta obra en 2019, momento de origen de la IA, estimulado por la necesidad de añadir al debate una perspectiva menos alarmista que permita despertar el sentido de responsabilidad de los usuarios.
«La estupidez artificial es aquel comportamiento que anula nuestra autonomía cuando usamos la inteligencia artificial. Es cuando decidimos dejar de ser responsables, porque abandonamos nuestra capacidad de responder y dejamos que la inteligencia artificial responda por nosotros».
El autor destaca la necesidad de una tecnología que nos haga mejores personas -más amables, más alegres y más artistas- sin renunciar a la visión de negocio.
Juan Ignacio, a través de un planteamiento práctico, aliñado con agudas dosis de filosofía y arte, da las claves para entender cómo funciona la IA y hasta dónde puede llegar, instando a hacer uso de la responsabilidad individual para sacar el mayor -y más ético- provecho de esta nueva herramienta
Woman Essentia. – ¿Quién manda en el mundo actual…la ética o la tecnología?¿por qué?
Juan Ignacio Rouyet Ruiz.- Manda el afán de poder y de vez en cuando, en aquellas ocasiones en las que nos pasamos o despertamos, mostramos nuestro espíritu de fraternidad, solidaridad o tolerancia. En unos y otros casos podemos usar la tecnología para ello. No hay contraposición entre la ética y la tecnología. Lo contrario de la vida buena no es la tecnología, de igual forma que lo contrario del bien no es un cuchillo. La tecnología no es ni buena ni mala, depende del uso que hagamos de ella. Ahí entra la ética, como ese pensamiento razonado para usar la tecnología de tal forma que pueda responder de sus consecuencias ante mí y ante la sociedad.
La tecnología no es ni buena ni mala, pero tampoco neutra. Transmite sesgos que pueden viciar el uso que hagamos de ella. En el caso de la inteligencia artificial (IA), uno de los sesgos que transmite es el de la verdad y perfección. Ser ético es estar atento y vigilar tales sesgos.
WE.- ¿Cómo llega el hombre a proponer, cómo ha hecho Reino Unido, eliminar la supervisión humana de la IA?
JIRR.- Cada sociedad en cada momento tiene sus santos en sus altares. Hoy en día, entre ellos, tenemos al santo de la innovación. Todo sea por la innovación. Erróneamente se piensa que si ponemos límites a la IA, ponemos límites a la innovación y un límite es la presencia humana. ¿Por qué? Porque, como decía antes, se admite como bueno el sesgo de que la IA es la verdad, la perfección. Dado que la IA es la verdad, no hace falta la presencia humana. Dado que la IA es la perfección, sólo ella puede guiar la innovación. Esto supone la destrucción del ser humano, no desde un punto de vista físico, como extinción de una especie, sino desde un punto de vista radical, de raíz en la esencia humana: hacemos mutis por el foro, desaparecemos de la escena y delegamos nuestra capacidad de decisión en una máquina.
WE.- ¿Por qué están todas las empresas instalándose en el metaverso?¿tiene esto que ver con la estupidez artificial?
JIRR.- El metaverso es el exterior de nuestra caverna de Platón. Es ese mundo de las ideas donde no tenemos límites, donde uno puede ser lo que quiera. Pero sobre todo, es un gran negocio. La Tierra es un espacio limitado y llegará un momento en el que, por ejemplo, será complicado comprar nuevos terrenos. Entonces llega el metaverso, como un nuevo Mundo ilimitado donde puedes comprar y vender lo que quieras, sin el aburrimiento decimonónico de los límites de producción.
La estupidez artificial es perder nuestra capacidad de pensar, cegados por el oropel de la tecnología, como es el metaverso. En el metaverso todo es bello. Si es bello, ¿cómo puede ser malo? Estupidez artificial.
WE.- ¿Quién decide detrás de la IA?¿Cómo es la ética de la IA?¿Existe?¿Es difícil decidir en el uso de la IA?
JIRR.- Quién decide es la gran cuestión. Otro de los sesgos de la IA es creer que la IA es autónoma. La IA no es autónoma, no decide; deciden aquellos que programan la IA. ¿Quienes? Las empresas que usan la IA. Cuando ChatGPT te responde a una pregunta, te ofrece la respuesta que sus ingenieros e ingenieras han decidido que es una buena respuesta. ¿Coincidirá con tu visión de lo que está bien? No necesariamente.
La ética de la IA es la ética de los Comités de Dirección de las empresas que usan la IA. Si anulamos nuestra capacidad de decidir, estupidez artificial, estaremos dejando que tomen decisiones personas cuya ética desconocemos. El primer paso para una IA ética es que no perdamos nuestra capacidad de decidir.
Luego podremos usar la IA para unos fines u otros, éticos o no éticos. ¿Cómo decidir? Para ello las empresas deben seguir cuatro pasos:
- Establecer qué objetivos buscan con el uso de la IA, y que tales objetivos sean legítimos;
- explicar cuáles son los principios éticos en virtud de los cuales han programado sus algoritmos;
- explicar cómo funciona su IA; y
- dejar que los usuarios puedan decidir.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: